Los peregrinos recibieron con muchos regalos al Papa Francisco en la primera audiencia general del año. Unos le entregaron cartas y dibujos, animales de peluche, otros le pidieron autógrafos o le ofrecieron una botella de agua por si acaso necesitaba beber durante la catequesis.
Pero el Papa hoy solo tuvo ojos para las madres, para las madres que han experimentado el mayor de los dolores: el haber perdido a su propio hijo. Recordó que en la Biblia se ven dos mujeres que pasaron por una situación semejante: Raquel y la Virgen.
FRANCISCO
'Al dolor y al llanto amargo de Raquel, el Señor responde con una promesa que ahora puede ser para él motivo de verdadera consolación: el pueblo podrá volver del exilio y vivir su fe, en libertad, la relación con Dios. Las lagrimas generaron esperanza. Esto no es fácil de entender pero es cierto. Muchas veces en nuestra vida las lágrimas siembran esperanza, son semillas de esperanzaâ?.
El Papa dijo que ni él mismo sabe a veces cómo responder a las madres que le preguntan por qué Dios ha permitido que perdieran a su propio hijo.
FRANCISCO
'Para hablar de esperanza a quien está desesperado es necesario compartir su desesperación. Para enjugar la lágrima del rostro de quien sufre es necesario que lloremos con él. Solo así nuestras palabras pueden ser realmente capaces de dar un poco de esperanza y si no puedo pronunciar palabras, así, llorando con el dolor, es mejor el silencio, la caricia, el gesto sin palabrasâ?.
Al concluir el Papa recordó otra situación trágica. La de los casi 60 presos que murieron en la prisión brasileña de Manaus tras un enfrentamiento de bandas.
FRANCISCO
'Expreso mi dolor y preocupación por lo ocurrido. Invito a rezar por los difuntos, por sus familiares, por todos los detenidos de aquella cárcel y por los que trabajan allíâ?.
El Papa volvió a pedir la mejora de las condiciones de los presos y que las cárceles se conviertan no en lugares de aislamiento sino de verdadera reinserción social.
MB/JRB
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