Un sacerdote con olor a oveja: El padre Tiburcio Arnáiz

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28/01/2018
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Antes de que el Papa usase la expresión “sacerdote con olor a oveja” ya había muchos pastores que no sabían vivir lejos de su rebaño. Uno de ellos es el padre Tiburcio Arnáiz, un jesuita español que nació en el siglo XIX y que tendría muchas cosas en común con Francisco. 

SOR LETICIA MONTERO
Directora General de las Misioneras Rurales

“El Papa Francisco y el padre Arnáiz se hubieran entendido muy bien. Es tanto así que, incluso cuando trabajaban en poblaciones grandes, si iban varios jesuitas, era el que se dedicaba a las zonas más marginales, más pobres, a los cortijos que estaban más lejanos”.

Tiburcio Arnáiz será beatificado durante este 2018. Fue un sencillo sacerdote que fundó en España la congregación de las Misioneras de las Doctrinas Rurales en 1921.

Su deseo era hacer llegar a Dios hasta los más necesitados a los que también quiso llevar la cultura. Por eso, fundó varias escuelas en lugares especialmente difíciles, donde aún no había llegado nadie. 

SOR LETICIA MONTERO
Directora General de las Misioneras Rurales

“La primera vez que entró en esos barrios, dice que le insultaron y le arrojaron una rata muerta. La vida del padre Arnáiz no fue más sencilla que la nuestra. Los barrios donde trabajó eran unos barrios con un aspecto muy antirreligioso y socialmente muy complicados, pero él no se arredra. Dice: “Hay que llegar hasta ellos””.

Y así lo hizo y lo logró con la ayuda de un grupo de mujeres laicas como María Isabel González del Valle, una joven de la alta sociedad que no dudó en trasladarse a vivir a las periferias.

SOR LETICIA MONTERO
Directora General de las Misioneras Rurales

“El padre Arnáiz decía: “Cuando Dios quiere una cosa, manda a las personas y los medios” y le mandó a una chica asturiana, María Isabel González del Valle. Creo que este es un momento, de aquí hasta la beatificación, para conocer la vida de un jesuita que trabajó muchísimo por los más necesitados y las personas más desfavorecidas consiguiendo implicar a muchos seglares en sus obras de apostolado”.

Hoy en día, estas misioneras siguen el ejemplo de su fundador y ofrecen formación religiosa y cultural. Por ejemplo, imparten clases teóricas para obtener el permiso de conducir, clases de inglés o de música. Y cuando una comunidad ya no las necesita, acuden en ayuda de otras personas siguiendo el ejemplo del padre Arnáiz, que falleció en 1926 ya con fama de gran santidad.

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