Si algo va a cambiar en la vida del Papa León XIV con el nuevo año es su lugar de residencia. 2026 empezará con mudanza, desde su piso en el Palacio del Santo Oficio hasta el Palacio Apostólico, donde este mes de diciembre han dado los últimos retoques para que pueda trasladarse en enero. Puede parecer anecdótico, pero la vuelta a la residencia tradicional de los papas es también un gesto de continuidad, de no querer romper el protocolo. También es una muestra de personalidad. Hay muchos elementos en los que coincide con el Papa Francisco, pero nadie le va a marcar su propia agenda.
Las reuniones de cardenales, antes de elegir al Papa en el pasado Cónclave, pusieron sobre la mesa algunos problemas en la gestión de la Santa Sede. Una de las demandas más repetidas fue la necesidad de recuperar la estabilidad jurídica e institucional. No es indiferente que el Papa actual sea un canonista, consciente de la importancia de atenerse a las normas establecidas.
El carácter espontáneo y cercano de Francisco, eficaz para la labor pastoral, y su esfuerzo por romper algunas dinámicas erróneas fue también una fuente de polémicas y malentendidos con algunas de sus declaraciones públicas. El Papa León XIV, hasta la fecha, se ha mostrado más prudente y previsible, consciente de que debe medir sus palabras.
Por eso, una de las sensaciones que transmiten quienes trabajan en el Vaticano con el Papa es la de ‘tranquilidad’. No se espera una visita sorpresa, ni un cambio radical de una institución o un decreto que genere polémica.
Y es que el Papa León XIV, ya desde el primer día, en el balcón de la Basílica, planteó como meta impulsar la unidad de la Iglesia. Es algo que le pidieron sus compañeros cardenales y que está aplicando continuamente. Quienes juegan con los esquemas de conservadores y progresistas se sienten fuera de juego.
Los sectores más tradicionalistas, que insisten en celebrar con un rito de antes del Concilio Vaticano II, han tenido su peregrinación oficial en la Basílica de San Pedro. Han celebrado la Misa con su propio rito. No hay ningún veto oficial.
Y quienes consideran que la Sinodalidad es un elemento progresista tampoco se muestran defraudados con este Papa, que ha visto necesario seguir adelante por esta vía.
Y aquí está una clave importante de lo que ha pasado en estos casi ocho meses de pontificado y de lo que podemos esperar del futuro. El Papa ha declarado en diversas ocasiones que no puede gobernar la Iglesia él solo. Necesita ayuda de la Curia y de toda la Iglesia. No quiere tomar decisiones por libre, sin atender a los obispos y a los files.
Por ello, en los próximos días 7 y 8 de enero, ha llamado a los cardenales de todo el mundo a un consistorio extraordinario. Una vez terminado el Jubileo y después de varios meses de reflexión, llega el momento de poner sobre la mesa las líneas de su pontificado, escuchar las propuestas de quienes le eligieron en el Cónclave y preparar el terreno para los nombramientos del equipo que le acompañará en la Curia.
Hay expectación sobre quién pueda ser el nuevo Secretario de Estado, en sustitución de Pietro Parolin, quien el próximo 17 de enero cumplirá 71 años. Es un cargo que requiere una gran energía y que juega un papel esencial en el rumbo de un pontificado. No hay una fecha fija para los relevos, pero fuentes del Vaticano aseguran que el cierre de la Puerta Santa, el próximo día 6 de enero, marcará también el comienzo de la renovación en la Iglesia.
Y es que la agenda de León XIV ha estado muy condicionada por un Jubileo que le obligaba a atender más actividades de lo normal, ya fueran ceremonias religiosas o audiencias con peregrinos.
Aún no hay datos sobre el equipo que arropará al nuevo Papa, pero sí tenemos las primeras pistas sobre el tipo de nombramientos que puede hacer.
Filippo Iannone es quien el pasado 26 de septiembre sustituyó al propio Prevost al frente del dicasterio para los Obispos. Se trata también de un canonista, atento a los procesos y las jerarquías, fuera de cualquier corriente o posicionamiento. Estuvo al frente del Dicasterio para los Textos Legislativos con profesionalidad y discreción, características muy apreciadas por el pontífice norteamericano.
Más allá de grandes figuras, de nombres ilustres o cardenales más mediáticos, las apuestas de León XIV para trabajar en la Curia tienen que ver con esa serenidad y prudencia que ha demostrado hasta la fecha. No se esperan grandes sorpresas, ni cambios de rumbo. En el Vaticano de este nuevo pontífice todo se cocina con discreción y a fuego lento, evitando cualquier gesto que pueda perjudicar la unidad en la Iglesia.