Francisco habla sobre sus conversaciones con políticos durante la guerra de Ucrania

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04/04/2022
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Las cosas que he dicho a las autoridades de cada parte son públicas. No me he reservado nada para mí.

Está lo que le dije al patriarca y el después hizo una declaración bonita con lo que habíamos hablado.

Después está el presidente de Rusia, me llamó una vez por el fin de año para felicitarme. Hablamos un rato.

Con el presidente de Ucrania también ha hablado dos veces y pensé en los primeros días de guerra que debía ir a la embajada para hablar con el embajador, que es el representante del pueblo, hacerle algunas preguntas y decirle mis impresiones sobre el caso.

Estos son los contactos oficiales que he tenido. Con Rusia he hablado a través de la embajada. También con el arzobispo mayor de Kiev, monseñor Shevchuk.

Y después hablo cada dos o tres días, con regularidad, con uno de vosotros, con Elisabetta Piqué, que ahora está en Odessa. Hablábamos también cuando estaba en Leópolis. Me dice como están las cosas.

También he hablado con el rector del seminario y le envío mensaje a los seminaristas, a la gente de allí. Y estoy en contacto con un representante vuestro.

Hablando de esto, quisiera daros mis condolencias por vuestros compañeros que han muerto, sean de la parte que sean, no me interesa eso.

Vuestro trabajo es por el bien común y todos los que han muerto lo han hecho al servicio del bien común y de la información. No los olvidemos.

Han sido valientes y rezo por ellos. Por que el Señor recompense su trabajo.

Estos son los contactos que he tenido por el momento. Los mensajes que digo es todo lo que hago, no tengo un doble lenguaje, siempre digo lo mismo.

Creo que existía una duda sobre las guerras justas e injustas. Toda guerra nace de una injusticia, siempre. Porque la lógica de la guerra no es una lógica de paz.

Por ejemplo, invertir en armas. Me dicen que las tenemos para defendernos. Pero esta es la lógica de la guerra.

Cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, todos pudieron disfrutar de la paz.

Comenzaron a trabajar por la paz. También con la voluntad de no hacer más armas.

También pararon las armas atómicas en ese momento, después de Hiroshima y Nagasaki. Hubo una buena voluntad.

Setenta años después, parece que hemos olvidado eso.

La lógica de la guerra se impone. Tantas esperanzas de los ancianos unidos en aquel momento...

Pero el esquema de la guerra se impone otra vez. Y no conseguimos pensar de otra manera porque no estamos acostumbrados a pensar en una lógica de paz.

Hay algunos grandes como Gandhi y otros tantos. He mencionado al final de Fratelli Tutti que desarrollaron su propia lógica de la paz.

Pero nosotros somos testarudos. Somos testarudos como humanidad. Estamos enamorados de la guerra, del espíritu de Caín.

Al inicio de la Biblia aparece este problema. El espíritu cainita de matar.

Os cuento una cosa personal. Cuando fui al Memorial de Guerra de Redipuglia, vi los nombres y lloré. De verdad, lloré con amargura.

Uno o dos años después, por el Día de los Difuntos, fui visitar las tumbas de los chicos de la Batalla de Anzio. Tenían nombre y todos eran jóvenes. También allí lloré. De verdad, no lo entendía. Tenemos que llorar sobre sus tumbas.

Es una cosa que respeto porque es así, pero también es un problema político. Cuando se hace la conmemoración del Desembarco de Normandía y los jefes de Gobierno se reúnen todos para conmemorarlo. No veo que hablen de los 30.000 soldados jóvenes que murieron en las playas.

Se abrían las barcas, salían y después iban otros detrás. La juventud no importa. Esto me hace pensar y me duele.

Me duele esto que sucede hoy, no aprendemos.

Que el Señor tenga piedad de nosotros, de todos nosotros. Todos somos culpables.

RM

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