El Jubileo de la Santa Sede comenzó con esta peculiar imagen: una monja predicando a la curia y al papa en persona. Así fue como Francisco quiso que comenzara el evento. Y León XIV no lo quiso modificar.
SOR MARÍA GLORIA RIVA, Religiosa de la comunidad Adoración Perpetua
“La eternidad está delante de la humanidad, y lo digo con conocimiento porque a mis 20 años cuando mi fe todavía era muy débil, y manchada de muchas ilusiones del hombre moderno, he vivido una experiencia cercana a la muerte. Yo he visto abrirse ante mí la grieta de la eternidad, que cambia la vida, que cambia la prespectiva”.
Luego llegó otra de las inesperadas imágenes: el propio papa fue quien encabezó la peregrinación de los trabajadores de la Santa Sede para pasar por la Puerta Santa y ganar el jubileo.
Luego, el pontífice presidió la misa en la basílica de San Pedro.
LEÓN XIV
La Santa Sede es santa como lo es la Iglesia, en su núcleo originario, en la fibra de la que está tejida. Así, la Sede Apostólica custodia la santidad de sus raíces mientras es custodiada por ella. Pero no es menos cierto que también vive de la santidad de cada uno de sus miembros. Por ello, la mejor manera de servir a la Santa Sede es procurar ser santos, cada uno según su estado de vida y la tarea que se le ha confiado.
El papa ha retomado todos los eventos del jubileo aprobados por su predecesor, así como las catequesis que Francisco había comenzado a impartir cada miércoles.
BAM