El papa presidió la misa de domingo en la parroquia Santa Ana ubicada a pocos pasos de la Plaza de San Pedro. Desde 1929 la pastoral fue confiada a la orden de los Agustinos. De hecho, el nuevo prior, el padre Joseph Farrell concelebró la misa junto con León XIV. El papa les dirigió estas palabras de cariño a su orden y al anterior párroco que, además, cumplía 103 años.
LEÓN XIV
Saludo con gratitud a los religiosos agustinos que prestan aquí su servicio, en particular al párroco, P. Mario Millardi; asimismo, al nuevo Prior General de la Orden, que hoy está aquí con nosotros, padre Joseph Farrell, y deseo saludar también al padre Gioele Schiavella, que ha cumplido hace poco tiempo la venerable edad de 103 años
Durante su homilía, el papa habló de la parroquia como lugar de puertas abierta. Ubicado justo en la frontera del Vaticano, León recordó que es un lugar de acogida
LEÓN XIV
Esta iglesia se levanta en una posición especial, que también es una clave para el ministerio pastoral que aquí se lleva a cabo: estamos, por así decirlo, “en la frontera”, y frente a Santa Ana transitan todos aquellos que entran y salen de la Ciudad del Vaticano. Hay quien pasa por trabajo, quien como huésped o peregrino, quien con prisa, quien con temor o serenidad. ¡Ojalá cada uno pueda experimentar aquí puertas y corazones abiertos a la oración, a la escucha, a la caridad!
Y también les habló a todos y les hizo reflexionar sobre la parábola del administrador deshonesto como ejemplo de cómo vivir el día a día en la fe
LEÓN XIV
La tentación es esta: pensar que sin Dios podríamos vivir igualmente bien, mientras que sin riqueza estaríamos tristes y oprimidos por mil necesidades. Frente a la prueba de la necesidad nos sentimos amenazados, pero en lugar de pedir ayuda con confianza y compartir fraternalmente, tendemos a calcular, a acumular, volviéndonos desconfiados y recelosos de los demás. Estos pensamientos transforman al prójimo en un competidor, en un rival, o en alguien de quien sacar provecho.
Al concluir, el Pontífice expresó su gratitud a la comunidad parroquial por su entrega y los exhortó a seguir siendo signo de esperanza y caridad en medio de un mundo marcado por la guerra y la indiferencia.