La mañana en el Vaticano se inició así: A las 10 de la mañana comenzaba la procesión inicial que daría paso a la misa del jubileo de los catequistas.
Ante 35 mil fieles, el papa León XIV dirigió su homilía y puso el acento en la familia, lugar en el que comienza la fe.
LEÓN XIV
Los primeros catequistas son nuestros padres, aquellos que hablaron con nosotros primero y nos enseñaron a hablar. Así como aprendimos nuestra lengua materna, del mismo modo el anuncio de la fe no puede delegarse a otros, sino que se realiza allí donde vivimos, principalmente en nuestras casas, alrededor de la mesa.
Y también explicó la labor de un catequista y la importancia que su función tiene a la hora de dar continuidad a la fe y de enseñar el camino de la Iglesia a los demás.
LEÓN XIV
El nombre del ministerio que llevan adelante proviene del verbo griego katēchein, que significa instruir de viva voz, hacer resonar. Eso quiere decir que el catequista es una persona de palabra, una palabra que pronuncia con su propia vida. Todos hemos sido educados a creer mediante el testimonio de quien ha creído antes de nosotros. Desde niños y adolescentes, siendo jóvenes, después adultos y también ancianos, los catequistas nos acompañan en la fe compartiendo un camino constante
Pero el momento más destacado fue este, los 39 catequistas fueron llamados uno a uno por su nombre
Tras presentarse, cada uno de ellos recibió de manos del Pontífice un crucifijo como signo de su vocación y de la misión que desempeñan.
Al finalizar la misa, hubo un momento que captó las miradas de muchos. Una niña, de forma espontánea que corrió emocionada hacia el Pontífice y recibió su bendición.
BAM