Algunos no vuelven de la guerra.
Y otros sí. Pero no como antes.
Este es el resultado de las minas antipersona, también conocidas como mariposa. Y funcionan a la perfección. No matan. Mutilan, obligando al ejército a retrasar su marcha para cargar con los heridos. Estos, a su vez, deberán afrontar el trauma de reintegrarse en la sociedad en ese estado. Y sus familias deberán cambiar de vida para acoger a un marido, un padre, o un hijo sin piernas o brazos.
Y es ahí donde muchas instituciones de la Iglesia católica están trabajando. Por un lado construyendo prótesis a medida para mutilados de guerra, como en este laboratorio.
Aunque el proceso no es sencillo. En laboratorios como este se intentan producir 10 prótesis al mes. El proceso es lento y requiere mucho trabajo.
Además está la ayuda a nivel psicológico. De hecho, en hospitales donde faltan médicos, la Orden de Malta, por ejemplo, también paga los sueldos de varios profesionales que refuercen las mermadas plantillas.
ANNA ANTOFIICHUK
Directora, Center for Stress Disorders and Psychotherapy
Cuando una persona desea vivir y cree que su vida debe continuar… aquí le ofrecemos esa oportunidad gracias a la ayuda de especialistas y con el apoyo de sus familias.
KRYYKO DANYLO
Director, Galychyna Complex Rehabilitation Center
El trabajo empieza hablando con el paciente. Todos necesitan hablar. No solo ellos. También el personal de esta clínica; los trabajadores. Y tenemos un buen equip
o de psicólogos que les ofrecen ayuda. Para que se sientan cómodos. Eso es lo primero. El paciente debe sentir que está en una zona protegida. Es muy importante.
Para los pacientes la ayuda física, psicológica y financiera es crucial para reintegrarse. Y se calcula que no son pocos los que están en estas condiciones: entre 50.000 y 100.000 personas han sido mutilados o han perdido extremidades durante la guerra.
Aunque a algunos como a este corredor, una mina antipersona, no les quita las ganas de vivir.
JRB
