El saludo de León XIV a bordo de su papamóvil, daba comienzo a la audiencia semanal. En su recorrido, se detuvo con un grupo que le llevó unas campanas que el papa se paró a bendecir.
Y no son cualquier campanas: estas mismas fueron bendecidas por el papa Francisco en el año 2016 y forman parte del concierto móvil de campanas de la misericordia.
Las palabras del papa en esta ocasión se centraron en la humildad del resucitado y en su presencia en nuestra vida cotidiana que muchas veces pasa desapercibida
LEÓN XIV
A menudo, pensamos que el Señor viene a visitarnos solo en los momentos de recogimiento o fervor espiritual, cuando nos sentimos a la altura, cuando nuestra vida parece ordenada y luminosa. Y, sin embargo, el Resucitado se hace cercano precisamente en los lugares más oscuros: en nuestros fracasos, en las relaciones desgastadas, en los esfuerzos cotidianos que nos pesan sobre los hombros, en las dudas que nos desaniman. Nada de lo que somos, ningún fragmento de nuestra existencia, le es ajeno.
Con el ejemplo del Resucitado, el papa dijo que Cristo nos enseña que la esperanza llega incluso en las historias más marcadas por la decepción o el pecado:
LEÓN XIV
Ninguna caída es definitiva, ninguna noche es eterna, ninguna herida está destinada a permanecer abierta para siempre. Por mucho que podamos sentirnos lejos, perdidos o indignos, no hay distancia que pueda apagar la fuerza infalible del amor de Dios.
Al final de la audiencia, el papa saludó a los varios grupos de peregrinos de distintos países, bendijo objetos religiosos y animó a todos a llevar la alegría de la Resurrección a los lugares del trabajo, de la familia y del servicio a los demás.
BAM