Moverse entre bastidores en la diplomacia vaticana no es tarea fácil. Supone un reto para cualquier periodista que llega para cubrir los entresijos del estado más pequeño del mundo.
Loup Besmond fue corresponsal para el medio francés La Croix durante cuatro años. Fruto de su trayectoria publica este libro que, por el momento, solo está en francés.
En él, se explican, entre otras cosas, por qué la insignia del Vaticano es el secreto. Según el periodista, es una herramienta que garantiza la supervivencia de la Santa Sede, pero también puede alimentar fantasías en el mundo exterior.
LOUP BESMOND DE SENNEVILLE
Corresponsal de La Croix en el Vaticano (2020-2024)
¿Por qué hablan poco? Hablan poco porque lo prefieren, pero es un clásico de la diplomacia. Toda la diplomacia funciona así. Prefieren actuar en silencio, por no decir en secreto, porque creen que les resulta más efectivo. Así que son muy activos tras las bambalinas, digamos, y menos, menos en público.
La Santa Sede es un epicentro de información mundial. Loup la define como una “red”, pero ¿quiénes y cómo hacen que todo llegue a este microestado?
Es a través de los religiosos y religiosas. Están en prácticamente todo el mundo y, por medio del nuncio, el Vaticano está perfectamente informado de lo que ocurre sobre el terreno.
LOUP BESMOND DE SENNEVILLE
Corresponsal de La Croix en el Vaticano (2020-2024)
No son informantes, es decir, no hacen espionaje, no son espías, pero tienen esa capacidad de hacer que todo lo que sucede en el terreno vuelva a Roma. Hay que entender que la diplomacia vaticana es ante todo un lugar de información, donde se concentra todo lo que pasa a nivel informativo del mundo.
Esto ha hecho que prácticamente todos los países -más allá de sus diferencias religiosas, políticas, culturales o sociales- quieran mantener lazos diplomáticas de pleno derecho con la Santa Sede.
LOUP BESMOND DE SENNEVILLE
Corresponsal de La Croix en el Vaticano (2020-2024)
Pensemos que países como Argelia, Irán, Turquía, que no son para nada países con mayorías católicas, tienen un embajador y esto para mí es una señal de que tienen interés en estar cerca del papa, cerca del Vaticano pero también en contacto con toda esta información que está en la Secretaría de Estado y que tiene la diplomacia vaticana.
Si bien es cierto que casi todos los jefes de Estado solicitan audiencia para ver al papa, o incluso le piden ayuda para resolver conflictos, a efectos prácticos el poder político actual del Vaticano no es tan grande, como quizá sí lo fue en épocas pasadas; hoy suele funcionar más de altavoz al mundo que de mediador.
LOUP BESMOND DE SENNEVILLE
Corresponsal de La Croix en el Vaticano (2020-2024)
La paradoja es que la diplomacia vaticana -aunque es verdad que para el Vaticano es muy potente por su poder simbólico, histórico y también para recibir información- son un pequeño equipo. Es una realidad muy frágil y esto no se sabe mucho porque todos tenemos o todos tienen esta idea de un Vaticano como superpotencia que, de hecho, no lo es. Es algo bastante artesanal y una realidad bastante pequeña.
Aunque esto no significa que no existan gestos simbólicos, a veces, a la altura de acciones diplomáticas. Por ejemplo, las llamadas a Putin y Zelenski sobre la guerra en Ucrania; los discursos en los viajes ante las autoridades políticas o, sin ir más lejos, el destino de las visitas apostólicas.
LOUP BESMOND DE SENNEVILLE
Corresponsal de La Croix en el Vaticano (2020-2024)
Recuerdo muy bien, en particular, el encuentro que el papa tuvo en Ur. Y ese discurso tan fuerte y emblemático en Irak me impactó profundamente. Este viaje se preparó en el Vaticano en unas condiciones particulares debido a la pandemia.
Los viajes papales se encarga de organizarlos la Secretaría de Estado. Miembros de este departamento van también en el avión papal. Lo curioso es que, durante la estancia del pontífice en el país, también mantienen encuentros bilaterales: cada segundo es oro para allanar o fortalecer los vínculos diplomáticos con esa nación.
CA