Los anglicanos viven una de las peores crisis de su historia, incluso con un peligro inminente de cisma. El motivo: divisiones internas arrastradas desde hace décadas por asuntos de autoridad eclesial o moral sexual.
El desencadenante, el nombramiento de Sarah Mullally como arzobispo de Canterbury, siendo la primera mujer en la historia en ocupar este cargo. Esto quiere decir que se convierte en primado de la Iglesia en Inglaterra, tras haber recibido el visto bueno del primer ministro y del rey.
Pero esto no significa que tenga autoridad sobre el resto. Los anglicanos no son una institución centralizada como la Iglesia católica. Se organizan en una federación compuesta por 42 iglesias nacionales, llamadas provincias.
Cada una funciona de forma autónoma. Eso sí, tienen que reconocer, aunque simbólicamente, al arzobispo de Canterbury como “primus inter pares”, lo que sería el equivalente a la figura de un pontífice en la Iglesia católica.
Pero las fracturas más actuales parten de los años 70. Varias provincias empiezan a ordenar a mujeres como sacerdotes. Incluso en 1989, se nombra a Barbara Harris primera mujer obispo.
Y aquí comienzan los primeros roces entre dos iglesias: la del norte, más liberal con países como Inglaterra, Estados Unidos, Australia o Canadá, y la del sur, más conservadora e integrada por países africanos o asiáticos.
Todo hasta llegar a 2003, cuando se produjeron olas de protestas africanas y asiáticas, debido a la ordenación del primer obispo abiertamente homosexual: Gene Robinson.
Tras el desgaste, en 2008, obispos conservadores de Asia, África y América Latina toman una decisión: fundar la GAFCON, un movimiento que agrupa al 80% de los anglicanos.
Y, aunque señalaron en su momento, que no era un cisma, se consolidaron como una estructura paralela. En los 11 años de mandato de Justin Welby, el antiguo arzobispo de Canterbury, intentó paliar las divisiones, aunque sin éxito.
El punto álgido llegó en 2023, cuando la Iglesia en Inglaterra aprobó las bendiciones a parejas del mismo sexo. Y las reacciones llegaron en cadena de países como Nigeria, Uganda o Kenia que, juntas, representan a más de 40 millones de fieles.
De hecho, varias provincias africanas anunciaron su ruptura con Canterbury. Lo mismo ha sucedido ahora, aunque ya formalizado institucionalmente.
La GAFCON, a la que pertenecen 8 de cada 10 miembros anglicanos, ha anunciado la creación de la Global Anglican Comunion, una estructura independiente que ya no reconoce la autoridad de Canterbury.
Con más de la mitad de anglicanos del mundo dándole la espalda a Inglaterra, ¿conseguirá sobrevivir la Iglesia anglicana a este peligro de cisma?
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