Esta es una de las tradiciones que ha recuperado el papa León: la misa pública del 25 de diciembre, día de Navidad. La última vez que se celebró fue hace dos décadas, en 1994, bajo el pontificado de Juan Pablo II.
Desde entonces, tanto el polaco, como Benedicto XVI y Francisco, las oficiaron en privado, sin la presencia de fieles. Y, ahora León XIV, quiso restaurarla.
Esta misa fue bastante distinta a la de la vigilia. Por ejemplo, la de Nochebuena se celebró prácticamente entera en latín, mientras esta fue en italiano.
Las homilías también fueron muy diferentes. La de la misa del gallo fue mucho más espiritual y catequética. En esta, León aprovechó la ocasión para valorar lo que está sucediendo en el mundo, y puso su mirada, precisamente, en Oriente Medio, donde nació Jesús.
LEÓN XIV
El Verbo ha establecido su tienda frágil entre nosotros. ¿Y cómo no pensar en las tiendas de Gaza, expuestas desde hace semanas a las lluvias, al viento y al frío, y a las de tantos otros desplazados y refugiados en cada continente, o en los refugios improvisados de miles de personas sin hogar en nuestras ciudades?
El papa aprovechó la ocasión para relacionar la esencia de la Navidad con los problemas que afligen el mundo. Habló de las poblaciones indefensas, las que están en guerra y las que mantienen heridas abiertas.

















