En los primeros días de junio llegó una de las primeras llamadas políticas del pontificado: la conversación entre Vladimir Putin y León XIV. El presidente ruso llamó al papa para tratar la situación de guerra.
No era la primera vez que el nuevo pontífice hablaba con los líderes implicados. Ya en mayo había mantenido un diálogo con el presidente Zelensky, con un mensaje repetido: la paz.
Poco a poco, León XIV ha ido dejándose conocer. Su línea fue discreta y continuista en algunos puntos con respecto a su predecesor.
Por ejemplo, el 9 de junio, durante el jubileo de la Santa Sede, se vivió una imagen particular: una monja predicando ante la curia y ante el papa.
SOR MARÍA GLORIA RIVA
Religiosa de la comunidad Adoración Perpetua
“La eternidad está delante de la humanidad, y lo digo con conocimiento porque a mis 20 años cuando mi fe todavía era muy débil, y manchada de muchas ilusiones del hombre moderno, he vivido una experiencia cercana a la muerte. Yo he visto abrirse ante mí la grieta de la eternidad, que cambia la vida, que cambia la prespectiva”.
El mes dejó ver tanto semejanzas como diferencias con su predecesor. El 22 de junio, día del Corpus Christi, el papa recuperó un gesto que Francisco había dejado de hacer en 2020 por sus problemas de movilidad.
Así le vimos: caminando a pie, con la custodia en brazos, durante un recorrido de kilómetro y medio en el que participaron unas veinte mil personas.
Aunque León XIV también rompió con algunas tradiciones de Francisco. Por ejemplo, recuperó la tradición de la imposición de los palios, que Francisco había modificado en 2015, cuando decidió limitarse a bendecirlos. Con el nuevo papa, la ceremonia volvió a su forma habitual.
