El primer destino del Papa Francisco, nada más ser elegido, fue una pequeña isla del Mediterráneo. Lo vemos en las imágenes, navegando hacia Lampedusa. Era un mensaje gráfico del rumbo de su pontificado, ya que iba a encontrar a los inmigrantes procedentes de África. Una preocupación por los marginados, por quienes están en la frontera, que se mantuvo constante hasta el último día.
El Papa León XIV ha establecido Turquía y Líbano como metas de su primer viaje internacional. Y muchos se preguntan por el motivo. La clave, a mi juicio, está en las primeras palabras que ya pronunció desde el balcón de San Pedro el día que fue elegido.
PAPA LEÓN XIV
“Los hermanos cardenales que me han elegido para ser el sucesor de Pedro y caminar junto a vosotros como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, buscando siempre trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo”.
Una Iglesia unida. Es un mensaje que también transmitió en la Misa de inicio del pontificado.
LEÓN XIV
“Esto, hermanos y hermanos, querría que fuera nuestro primer gran deseo. Una Iglesia unida, que sea señal de unidad y comunión que sea fermento para un mundo reconciliado”.
Esa unidad será un elemento clave en el viaje a Turquía del 27 al 30 de noviembre. Allí participará en una celebración ecuménica, junto a las autoridades ortodoxas, para conmemorar el Concilio de Nicea. Se cumplen 1.700 años de un encuentro eclesial aceptado por católicos y ortodoxos.
Fue un concilio crucial en la historia del cristianismo. Y es que allí, frente a algunas herejías de la época, se estableció la divinidad de Jesús, hijo de Dios. El Credo que recitamos los domingos en Misa, con la esencia de la doctrina cristina, se definió allí, en una ciudad de Turquía que hoy se llama Iznik.
La celebración conjunta con la Iglesia Ortodoxa supone un hito en la reconciliación entre los cristianos. Un camino que se lleva recorriendo decenas de años, paso a paso.
Desde Turquía, el 30 de noviembre el Papa León XIV se desplazará a Líbano, un país donde conviven numerosas comunidades cristianas, con distintas liturgias y ritos. La mayoría de los cristianos allí son maronitas, en plena comunión con Roma, pero también tienen una fuerte presencia la Iglesia Ortodoxa griega y la Católica de rito bizantino, o melquita, entre otros grupos.
Este país fue un modelo de convivencia de cristianos y musulmanes durante muchos años, hasta que los conflictos con el nuevo estado de Israel agravaron las diferencias. La realidad es que el país sufre una crisis económica y política desde hace décadas y la unidad entre las distintas iglesias es una clave para el resurgir del único país con fuerte presencia cristiana de Oriente Medio.
Que el Papa haya elegido Líbano y Turquía como sus primeros destinos marca también una de las prioridades del Papa: Respaldar a los cristianos que viven en minoría, en una situación de mayor dificultad.
Desde Roma, para Rome Reports, Antonio Olivié