Como hace en todos sus viajes, en Polonia el Papa Francisco también dedicó un momento especial a aquellos que más lo necesitan. Con este aplauso le recibieron 50 pequeños gravemente enfermos a los que visitó en el Hospital Pediátrico Universitario de Cracovia, un centro que trata cada año a unos 30.000 niños, muchos en estado terminal.
Francisco pronunció un breve discurso en el que les quiso mostrar, sobre todo, su cercanía.
FRANCISCO
'Me gustaría poder estar un poco cerca de cada niño enfermo, junto a su cama, abrazarlos uno a uno. Escucharos por un momento a cada uno de vosotros y juntos guardar silencio ante las preguntas para las que no existen respuestas inmediatas. Y rezarâ?.
Felicitó a los trabajadores de este hospital por ser un ejemplo de la cultura de la acogida en contraposición a la cultura del descarte que arrincona a las personas más débiles, como los enfermos.
FRANCISCO
'Servir con amor y ternura a las personas que necesitan ayuda nos hace crecer a todos en humanidad y nos abre el camino a la vida eterna. Quien practica las obras de misericordia, no tiene miedo de la muerteâ?.
El Papa además expresó su deseo de que los enfermos no solo sean los predilectos para los cristianos sino que estén en el corazón de la sociedad.
FRANCISCO
'Esto es el signo de la verdadera civilización, humana y cristiana: Poner en el centro de la atención social y política las personas más desfavorecidasâ?.
Tras su discurso, impartió la bendición y rezó con los pequeños un Ave María.
Después saludó tiernamente a cada niño, algunos tan solo bebés en los brazos de sus padres. Les acarició muy sonriente y también recogió sus cartas y sus dibujos.
AC
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