Las restricciones impuestas por la pandemia no permiten que haya muchos peregrinos en los encuentros con el Papa. Sin embargo, no por eso el pontífice les dedica menos tiempo. Más bien al contrario.
Esta es la experiencia que tuvo este grupo de alumnas de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma.
EVA MARTÍNEZ
“La verdad es que fue súper cercano y fue hablando con todo el mundo. Yo le agradecí mucho la esperanza que nos dio en este tiempo de pandemia cuando salió en la plaza San Pedro. El Papa bromeó conmigo. Me preguntó si me había contagiado del coronavirus”.
Esta estudiante aprovechó la ocasión de tener al Papa al lado para hacerle una propuesta muy audaz.
“Santo Padre. Me han enseñado que somos hijos de Dios, ¿verdad? Hijos adoptivos. Pues yo le digo al Señor que yo quiero que usted sea mi abuelo adoptivo, porque no tengo abuelos en la tierra. ¿Qué le parece ser mi abuelo adoptivo?”.
LORETO GARRIDO
“Yo le dije una inquietud que tenía, y es que yo solo tengo una abuela en la tierra. y mis dos abuelos que están en los cielos se llamaban Francisco y uno no lo conocí. La otra murió cuando era más jovencita....”.
“Pues yo digo que Francisco es el abuelo revolucionario de la Iglesia”.
Loreto explica que la respuesta del Papa fue sencilla pero convincente: le pidió que rece por él. Así que ahora tiene más motivos para rezar por su nuevo abuelo adoptivo.
Letícia es de Brasil y también estuvo presente en la audiencia general. Pudo entregarle un libro con una dedicatoria.
LETÍCIA GÓES
“Tuve la oportunidad de regalarle un libro que he escrito, que es muy sencillo. Son poesías para mis amigas y amigos. Poder regalarlo fue como sentir que el Papa hace caso de nosotros, que es un Papa muy cercano. Y fue muy gracioso porque cuando lo tomó, intento leerlo en portugués y la verdad es que tiene muy buen acento”.
A Loreto y sus amigas les sorprendió la capacidad del Papa para estar con las personas. No puede dedicar tiempo a cada uno para escuchar todas sus historias pero basta su sonrisa y su mirada acogedora para hacer que uno se sienta querido.
Christian Campos