El papa emérito Benedicto XVI acaba de fallecer. Tenía 95 años.
El mundo estaba pendiente de la salud del Papa emérito después de que Francisco pidiera oraciones por él al final de su audiencia general.
FRANCISCO
Me gustaría pediros a todos una oración especial por el Papa emérito Benedicto, que en el silencio está sosteniendo la Iglesia. Recordadlo, está muy enfermo, pidiendo al Señor que lo consuele, que lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia hasta el final.
Posteriormente, la Oficina de Prensa del Vaticano confirmó que “en las últimas horas” se había “verificado un agravamiento” de la salud del papa emérito “debido a su avanzada edad”. Señalaron que la situación estaba “bajo control y seguida constantemente por médicos”.
Joseph Ratzinger fue el Papa que afrontó la crisis de los abusos sexuales en la Iglesia. Fue el primer papa que se reunió con víctimas de abusos pero sobre todo condenó a Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo.
ROBERTO REGOLI
Autor, “El Pontificado de Benedicto XVI”
“Hasta aquel momento (Marcial Maciel) parecía intocable.
En aquel período, a todos los sacerdotes ancianos (culpables) se les solía apartar de la vida pública para dedicarse a la penitencia. Después, poco a poco, las condenas se hacen más duras pero este paso fue determinante porque se trataba de un personaje público con relevancia, no solo nacional, sino internacional y mundial”.
Por otro lado, Benedicto XVI fue el “papa teólogo” que trató de ofrecer reflexiones profundas y críticas a la secularización. Concretamente se centró bastante en criticar el individualismo y el relativismo.
Aunque su aportación más inesperada y sorprendente fue su renuncia.
Su portavoz, el padre Federico Lombardi, sacaba esta reflexión cinco años después del evento.
FEDERICO LOMBARDI
Presidente, Fundación Joseph Ratzinger-Benedicto XVI
“De vez en cuando hago esta hipótesis: “Si no hubiera renunciado y hubiera continuado su servicio, ¿qué podría hacer con las fuerzas que tiene ahora, cinco años después de la renuncia? No podría hacer casi nada de lo que se espera de un Papa. No puede viajar, ni participar en ceremonias públicas, ni tener largas reuniones, ni estudiar decisiones difíciles... Es evidente que lo ha hecho bien, que ha hecho lo más razonable ante Dios y ante los hombres”.
Tras su renuncia limitó mucho sus apariciones públicas. El resto de su días transcurrieron en el monasterio Mater Ecclesiae, del que salió en solo una ocasión, para visitar a su hermano Georg en su lecho de muerte en Alemania.
RM/JRB