La Basílica de San Pedro albergó la primera Misa de 2023 en la Solemnidad de Santa María Madre de Dios con las escenas típicas de otros años, como este grupo de niños que vinieron vestidos de Reyes Magos.
Una de las primeras palabras del Papa en su homilía fueron para pedir por el alma del difunto Benedicto XVI.
FRANCISCO
Y hoy confiamos a la Santa Madre el amado papa emérito Benedicto XVI, para que lo acompañe en su paso de este mundo al de Dios.
Francisco también pidió por aquellos que luchan por acercarse a Dios pero no lo consiguen. Y por quienes sufren en la guerra en Ucrania o en cualquier otro país.
También compartió un directo y concreto propósito de Año Nuevo interpelando personalmente a quienes le escuchaban.
FRANCISCO
Hoy al inicio del año, en vez de pensar y esperar que las cosas cambien, nos haría bien preguntarnos. “Yo, este año, ¿adónde quiero ir? ¿A quién le haré bien?”. Tanta gente, en la Iglesia y la sociedad, esperan el bien que solo tú puedes dar, tu servicio.
Francisco dijo que, frente a la pereza, la indiferencia y el riesgo de quedarse de brazos cruzados mirando una pantalla, los pastores de hoy caminan y se manchan las manos para hacer el bien.
El Papa invitó a acercarse a los ancianos y a los vecinos y preguntarles no solo por el trabajo o su salud sino también por cómo se sienten por dentro.
Después, en el ofertorio, uno de los grupos de niños vestidos de Reyes Magos se acercaron al Papa y presentaron las especies de la Eucaristía.
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En el rezo del Ángelus posterior a la Misa, Francisco volvió a dedicar sus primeras palabras a Benedicto XVI.
FRANCISCO
Confiamos el inicio del Año Nuevo a María Santísima, que hoy celebramos como Madre de Dios. En estas horas invocamos su intercesión. En particular por el papa emérito Benedicto XVI, que ayer por la mañana dejó este mundo.
Francisco dijo que la Virgen jugó un papel fundamental en la vida del papa emérito y que de ella podemos aprender cómo vivir el nuevo año.
FRANCISCO
¿Cómo habla María? ¿Qué podemos aprender de ella en este año que comienza? Podemos decirle, Madre, enséñanos qué debemos hacer.
Este es el lenguaje de María. Cuidar con ternura del niño. Esta es la grandeza de María. Mientras los demás hacen fiestas, los pastores se reúnen y todos alaban a Dios a voces por el evento que ha sucedido, María no habla.
Ella no roba la escena, al contrario. Pone en el centro al niño cuidándolo con amor.
La Plaza de San Pedro estaba llena de peregrinos de todo el mundo, como estos jóvenes con banderas de España que no pudieron evitar hacer lío ante las cámaras.
Rodrigo Moreno Quicios