La colina romana del Aventino volvió a ser de nuevo el punto de encuentro para dar inicio a la Cuaresma. Cada Miércoles de Ceniza, tiene lugar una procesión penitencial, que va desde la basílica de San Anselmo hasta la de Santa Sabina.
Francisco, por sus problemas de salud y, sobre todo, de rodilla, esperó directamente dentro de la basílica para dar comienzo a la misa.
En su homilía, el papa explicó que el sentido de este tiempo litúrgico reside en despojarse de lo superficial para volver al verdadero “yo”.
FRANCISCO
Significa mirarnos por dentro y tomar conciencia de quiénes somos realmente, quitándonos las máscaras que a menudo usamos, disminuyendo el ritmo de nuestro frenesí, abrazando la vida y la verdad de nosotros mismos. La vida no es una actuación, y la cuaresma nos invita a bajar del escenario de la ficción para volver al corazón, a la verdad de lo que somos.
Por eso, el papa dijo que el ayuno, la limosna y la oración no se pueden reducir a prácticas exteriores ya que, como señaló, reconducen a lo esencial de la vida cristiana.
El pontífice también invitó a ayunar en otros campos, por ejemplo, en el las redes sociales, porque no todo debe ser compartido.
FRANCISCO
Pero, ¿cómo puede ser social lo que no brota del corazón?—. Hasta las experiencias más trágicas y dolorosas corren el riesgo de no tener un lugar secreto que las custodie: todo debe ser expuesto, ostentado, entregado al parloteo del momento. Y es aquí cuando el Señor nos dice: entra en lo secreto, vuelve al centro de ti mismo.
Al terminar la homilía, Francisco fue el primero en recibir la ceniza. El encargado de imponérsela fue el cardenal Piacenza. Después, el papa hizo lo mismo con el prelado.
Y así dio comienzo la cuaresma en Roma. 40 días, hasta el Jueves Santo, para reflexionar, como dijo el papa, sobre la importancia de volver al corazón mirando siempre a Jesús.
CA