El papa León XIV ha enviado un video mensaje donde analiza el aumento de diversas formas de adicción en la sociedad actual.
Me complace dirigir mi cordial saludo a todos los que participan en la VII Conferencia Nacional sobre las Dependencias, promovida en Roma por la Presidencia del Consejo de Ministros.
En los últimos tiempos, a las dependencias como las drogas y el alcohol, que continúan siendo las más predominantes, se han añadido nuevas formas, porque el creciente uso de internet, ordenadores y teléfonos inteligentes se asocia no solo a claros beneficios, sino también a un uso excesivo que con frecuencia desemboca en dependencias con consecuencias negativas para la salud, relacionadas con el juego compulsivo y las apuestas, con la pornografía, y con la presencia casi constante en las plataformas del mundo digital.
Así, el objeto de dependencia se convierte en una obsesión, condicionando el comportamiento y la existencia cotidiana.
Estos fenómenos, la mayoría de las veces, son el síntoma de un malestar mental o interior del individuo y de un deterioro social de valores y de referencias positivas, especialmente entre los adolescentes y los jóvenes. La juventud es un tiempo de pruebas e interrogantes, de búsqueda de un sentido para la existencia y de decisiones que conciernen al futuro. El aumento del mercado y del consumo de drogas, el recurso al dinero fácil mediante las máquinas tragamonedas, la adicción a internet que incluye también contenidos dañinos, demuestran que vivimos en un mundo carente de esperanza, donde faltan propuestas humanas y espirituales sólidas. En consecuencia, muchos jóvenes piensan que todas las conductas son equivalentes, ya que no logran distinguir el bien del mal y carecen del sentido de los límites morales.
Por ello, deben ser apreciados y alentados los esfuerzos de los padres y de las diversas agencias educativas, como la escuela, las parroquias y los oratorios, con el fin de inspirar en las nuevas generaciones los valores espirituales y morales, para que actúen como personas responsables. Los adolescentes y los jóvenes necesitan formar la conciencia, desarrollar la vida interior y establecer relaciones positivas con sus coetáneos y un diálogo constructivo con los adultos, para convertirse en artífices libres y responsables de su propia existencia.
El miedo al futuro y al compromiso con la vida adulta, que se observa entre los jóvenes, los hace particularmente frágiles. Con frecuencia no son estimulados a luchar por una existencia recta y bella; tienden a replegarse sobre sí mismos. Las instituciones del Estado, las asociaciones de voluntariado, la Iglesia y la sociedad en su conjunto están llamadas a percibir en estos jóvenes una petición de ayuda y una profunda sed de vivir, para ofrecer una presencia atenta y solidaria que los invite a un esfuerzo intelectual y moral, y que les ayude a forjar su voluntad.
Se trata de comprometerse cada vez más, y de manera coordinada, en una labor de prevención que se traduzca en una intervención de la comunidad en su conjunto. Es importante, en el marco de una política de prevención del malestar juvenil, incrementar la autoestima de las nuevas generaciones para contrarrestar el sentimiento de inseguridad e inestabilidad emocional favorecido tanto por las presiones sociales como por la propia naturaleza de la etapa adolescente.
Las oportunidades de trabajo, la educación, el deporte, la vida sana, la dimensión espiritual de la existencia: este es el camino para prevenir las dependencias.
Aliento a quienes participan en este significativo evento a delinear propuestas operativas orientadas a la promoción de una cultura de la solidaridad y de la subsidiariedad; una cultura que se oponga a los egoísmos y a las lógicas utilitaristas y económicas, pero que se incline hacia el otro, en la escucha, en un camino de encuentro y de relación con el prójimo, especialmente cuando es más vulnerable y frágil.



















