Guzmán Carriquiry fue el primer laico en tener un cargo de relevancia en el Vaticano. Fue hace más de 50 años. En sus memorias cuenta cómo algunos canonistas no estaban de acuerdo con el nombramiento. Decían que ese puesto lo debía ocupar un sacerdote.
Trabajó junto a cinco papas. Y con el que tuvo un trato más intenso fue con Francisco a quien la confianza le permitía decirle las cosas a la cara. Con respeto, pero con claridad. Por ejemplo: a Carriquiry no le convencía el estilo del nuevo sínodo promovido por el pontífice argentino.
GUZMÁN CARRIQUIRY
Autor, “El testigo”
Yo le decía: no se entiende si esto es un sínodo mundial de obispos o es una asamblea del pueblo de Dios sin perfiles ni canónicos ni teológicos definidos.
Y su confianza también le permitía hacerle propuestas como la de viajar a París para ganarse al pueblo de Francia.
GUZMÁN CARRIQUIRY
Autor, “El testigo”
Al papa Francisco lo llamé por teléfono, por ejemplo, cuando el incendio de Notre Dame, y le digo: “Tómese el avión. Del aeropuerto vaya a la plaza, rece el rosario, que es un momento de conmoción para toda Francia, y vuélvase de noche”. Y me dijo: pero usted, doctor, sabe que hace media hora me llamó el presidente francés Macron ofreciéndome la misma cosa.
Guzmán Carriquiry narra episodios como este en su libro “El Testigo”, donde afronta otras cuestiones. Por ejemplo cómo se vivió en el Vaticano la crisis postconciliar y el trabajo que hubo que hacer ante el “boom” de nuevas realidades más laicales en la Iglesia. Desde Camino Neocatecumenal a Renovación Carismática pasando por Comunión y Liberación, entre muchos otras. De hecho, Carriquiry conoció muy bien a algunos de sus fundadores como Luigi Giussani.
Además hay otras anécdotas: cuando al fallecer el líder de la Unión Soviética Andrópov, el Vaticano decidió enviar laicos en vez de sacerdotes para evitar posibles conflictos. El elegido fue él junto al famoso médico Jérôme Lejeune, descubridor de las causas que provocan el Síndrome de Down.
Guzmán Carriquiry fue quien introdujo la corbata en los salones donde dominaban los alzacuellos. Uno de los primeros laicos en abrirse paso en el Vaticano a golpe de trabajo, carácter y honestidad. Los papas, de hecho, se fiaban de él porque decía las cosas claras y a la cara.
JRB


















