El Papa Francisco visitará Asia y África en 2017

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30/09/2016
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En un ví­deo-mensaje dirigido al pueblo argentino el Papa Francisco explica que no podrá visitar su patria en 2017 porque ya tiene 'compromisos fijados para Asia y ífricaâ?. No especifica qué paí­ses visitará ni tampoco dice si visitará otros paí­ses de América como Colombia o Perú.

Durante el largo video-mensaje el Papa pide a los argentinos que se pongan 'la Patria al hombroâ? como hicieron Mama Antula, beatificada en el pasado mes de agosto, y el Cura Brochero, que será canonizado en Roma el próximo 16 de octubre.

TEXTO COMPLETO DEL MENSAJE:

Queridos hermanos y hermanas:


En este año en que todaví­a estamos respirando el ambiente de los festejos del Bicentenario, suceden dos hechos que hacen a nuestra historia, dos hechos que son muy importantes y muy fuertes, y que yo valoro mucho: uno es la beatificación de Mama Antula, una mujer que ayudó a consolidar la Argentina profunda y el otro es la próxima canonización del Cura Brochero, ese cura gaucho que tuvo compasión de sus queridos serranos y luchó por su dignificación.


Está de más decir que yo hubiera querido ir a Argentina a beatificar a Mama Antula y a canonizar al Cura Brochero, pero no pude hacerlo, no es posible. Ustedes no saben cuánto me gustarí­a volver a verlos. Y tampoco podré hacerlo el año próximo porque ya están compromisos fijados para Asia, ífrica, y el mundo es más grande que Argentina, y bueno, pero hay que dividirse, dejo en manos del Señor que Él me indique la fecha. Pero teniendo en cuenta estos acontecimientos y teniendo en cuenta que el año que viene tampoco voy a poder ir, opté por comunicarme con ustedes de esta manera.


Para mí­ el pueblo argentino es mi pueblo, ustedes son importantes, yo sigo siendo argentino, yo todaví­a viajo con pasaporte argentino. Estoy convencido que como pueblo son el mayor tesoro

que tiene nuestra Patria. Cuando recibo cartas de ustedes, tantas que no a todas puedo responder, seguramente una que otra para hacerme presente, me consuelo, me da gozo y eso me lleva a rezar y rezo por ustedes en la Misa, por las necesidades de ustedes, por cada uno más de ustedes. Es el amor a la Patria que me lleva a eso y es lo que me lleva también a pedirles, una vez más, que se pongan la Patria al hombro, esa Patria que necesita que cada uno de nosotros le entreguemos lo mejor de nosotros mismos, para mejorar, crecer, madurar. Y esto nos hará lograr esa cultura del encuentro que supera todas estas culturas del descarte que hoy en el mundo se ofrecen por todas partes. Una cultura del encuentro donde cada uno tenga su lugar, que todo el mundo pueda vivir con dignidad y que se pueda expresar pací­ficamente sin ser insultado o condenado, o agredido, o descartado. Esa cultura del encuentro que todos tenemos que ir buscando, con la oración y la buena voluntad.


A mí­ me llama la atención que a la Argentina se le alaba por su geografí­a, su riqueza. Tenemos de todo: montañas, bosques, llanuras, costas, todas las riquezas en minerí­a. Tenemos todo.


¡Qué paí­s rico! Pero la riqueza más grande que tiene nuestra Patria es el pueblo, ese pueblo que sabe ser solidario, que sabe caminar uno junto a otro, que sabe ayudarse, que sabe respetarse, es ese pueblo argentino que no se marea, que sabe encontrar sabidurí­a, y cuando se marea, los otros lo ayudan a que se le vaya el mareo. Yo a ese pueblo argentino lo respeto, lo quiero, lo llevo en mi corazón, es la riqueza más grande de nuestra Patria. Y aunque no podamos estrecharnos la mano, cuenten con mi memoria y mi oración para que el Señor los haga crecer como pueblo. Pueblo que se reencuentra, trabaja unido y busca la grandeza de la Patria, esa Patria que es propia, es nuestra, no es de los otros, es nuestra. Gracias por todo lo bueno que hacen cada dí­a. Que el Señor los bendiga.


Estamos en el Año de la Misericordia, y como despedida de esta charla, de este monólogo pero que quiere ser una charla, me atrevo a proponerles, como las maestras de antes, los deberes para la casa. Les propongo que en este Año de la Misericordia hagan alguna obra de misericordia todos los dí­as o cada dos dí­as si no pueden todos los dí­as; y no se enojen si yo se las leo para recordárselas. Están las obras de misericordia corporales y las espirituales. En su mayorí­a, se toman una lista que el Señor hace en las Bienaventuranzas, en Mateo 25, en todo el Evangelio. Son obras concretas de misericordia que si cada uno de nosotros hace una al dí­a o una cada dos dí­as, ¡el bien, el bien, que haremos a nuestro pueblo!


- Visitar a un enfermo, visitar a los enfermos, es una obra de misericordia.


- Dar de comer al hambriento. Hay gente que tiene hambre.


- Dar de beber al sediento, tiene sed material y espiritual, a veces.


- Dar posada al peregrino, es decir, darle lugar al que no tiene casa, al que no tiene techo.


- Vestir al desnudo, es decir, que la gente tenga vestido, que no pase frio en invierno.


- Visitar a los presos. Tantas veces la Iglesia insiste sobre esto.


- Y enterrar a los difuntos.


Estas serí­an las siete obras de misericordia corporales.


Y otras siete espirituales:


- Enseñar al que no sabe.


- Dar un buen consejo al que lo necesita.


- Corregir al que se equivoca.


- Perdonar al que nos ofende. ¡Qué difí­cil es perdonar! Todos hoy en el mundo necesitamos


perdonar mucho y ser perdonados.


- Consolar al que está triste.


- Sufrir con paciencia los defectos del prójimo. Hay gente que a veces nos hace perder la


paciencia, y sufrir con paciencia sus defectos, es una obra de misericordia.


- Y rezar a Dios por los vivos y por los muertos.


No sé, queridos hermanos, queridos compatriotas, me siento hablándoles como en casa, me acerco a ustedes en esta ocasión, donde todaví­a se respiran los aires de los festejos del Bicentenario y donde están estos dos hechos de la canonización del Cura Brochero y la beatificación de Mama Antula, dos personas, un hombre y una mujer, que trabajaron por la Patria y por la evangelización.


Así­ que en medio de todo esto los saludo, les doy mi cariño, y les digo â?? parece un poco raro, pero lo estiro el tiempo como el elástico â?? hasta pronto, y no se olviden de rezar por mí­. Gracias.


JRB

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