En el Aula Pablo VI, tras un emotivo encuentro con personas excluidas, el Papa Francisco quiso saludar al mayor número posible de participantes. Muchos de ellos mostraron una emoción incontenible.
De hecho, despues de estrechar su mano, esta joven mujer llena de alegría desbordante perdió el equilibrio y se calló de la silla a la que se había subido para ver mejor al Papa. Por suerte las personas que estaban a su lado pudieron sujetarla antes de que terminara en el suelo.
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