Cristianos que curan a musulmanes en Líbano, donde solo el paciente es importante

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17/10/2017
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El Valle de la Bekaa es el punto del Líbano que más refugiados sirios acoge, un millón de los 5 que han huido de Siria. Al mismo tiempo, Líbano sigue recuperándose de más de 15 años de guerra civil y de las secuelas de su guerra de 2006 contra Israel.

Pese a todo, la generosidad de los libaneses ha hecho posible que los sirios encuentren un refugio seguro en centros como este de la Orden de Malta.

En este dispensario, gestionado por las hermanas de la Caridad de Besançon, les ofrecen asistencia médica gratuita. Aquí lo único fundamental es atender las necesidades del ser humano que tienen delante.

SOR MARIA JOSEPHA ABOU HAIDAR
Religiosa de la Charité de Besançon

“Por ejemplo, el personal que tenemos en este centro está compuesto chiítas, sunitas, drusos y cristianos. Todos se entienden bien. Hemos visto la evolución, tanto de la población como del personal que tenemos aquí y lo que hay es una gran apertura. Nadie vive encerrado en sí mismo”.

“No hay ningún problema. El musulmán y el cristiano son lo mismo para nosotros. En Siria no sabíamos cuál es la diferencia entre un musulmán y un cristiano. Sabíamos que somos hijos de Adán solamente. No distinguíamos entre unos y otros”.

El dispensario, fundado en 1992, se ocupa de muchos refugiados sirios que viven en los pueblos cercanos. La situación de estas personas en Líbano es muy precaria y lugares como estos son su única esperanza para recibir una asistencia sanitaria digna.

RIHAB DABBOUS
Empleada del centro

“Tratamos a todos por igual, sea rico o pobre; sirio o libanés; musulmán o cristiano. Todos por igual y por eso a la gente le gusta venir aquí”.

La Orden de Malta es una potencia humanitaria puesta al servicio de los más débiles y donde más hace falta. En Líbano, no solo los atiende sino que va a su encuentro. Lo hace con esta unidad móvil medicalizada. El doctor Jammal, musulmán chiíta, trabaja desde hace 26 años con la Orden. 

JAMMAL ISMAIL
Médico

“En esta institución, no preguntamos por la confesión o el color o la etnia sino que preguntamos por tus necesidades y la cubrimos”.

La geografía libanesa está salpicada por pequeños campos de refugiados como este en el que hay unas 2.500 mil personas. En este asentamiento, la Orden de Malta es la única que presta ayuda a estas familias que han huido de la guerra y que son, en su mayoría, musulmanas.

“No tenemos la posibilidad de ir a un centro. No tenemos dinero para ir al médico o para comprar medicamentos. Nos ayudan mucho. Nadie más nos ofrece eso. Que Dios les ayude porque nos ayudan mucho, si no fuera por ellos...”

Su esposa apenas supera los 40 años y su hijo pequeño no habla como consecuencia del trauma que le provocaron las bombas. No solo las medicinas de este servicio curan las heridas de estas víctimas de la guerra.

“Esto es misericordia: El amor, la misericordia y el cariño... es algo bueno. No esperábamos este tipo de cariño y de amor”.

Mientras que otros países con más recursos están limitando su ayuda o cerrando las puertas a estos refugiados, Líbano, un pequeño país con una economía de posguerra los acoge e intenta ofrecerles las condiciones de vida más dignas posibles. 

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