Primero el Papa se reunió con ellos y con sus familias. Y dos días más tarde, en el corazón del Vaticano se celebró esta ceremonia antiquísima: 32 reclutas de la Guardia Suiza entraron oficialmente en el ejército del Vaticano.
Entraron con sus uniformes de honor, marchando al ritmo de sus tambores. Luego, uno a uno fueron llamados a prestar juramento.
Alzando tres dedos como símbolo de la Santísima Trinidad, cada uno proclamó a gritos su compromiso de proteger al Papa.
Los guardias suizos llevan cuidando de los Papas desde hace más de 500 años. Para entrar en este ejército deben ser católicos, tener experiencia militar previa y comprometerse a servir durante al menos dos años.
