“Pedro Casaldáliga murió sonriendo, tranquilo y en paz”, explica un misionero claretiano

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10/08/2020
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Ha fallecido a los 92 años de edad en la ciudad de Batatais, en Brasil, el misionero claretiano español Pedro Casaldáliga, el obispo de los olvidados y los pobres.

El padre Ronaldo es de la misma comunidad del obispo Casaldáliga y lo acompañó hasta su último aliento.

P. RONALDO MAZULA
Misionero claretiano
“Murió sonriendo, tranquilo, sereno, con paz. Un hombre unido a Dios que con su muerte da testimonio de la paz de corazón, de la paz en comunión con Dios”.

Pedro Casaldáliga nació en Balsanery, en España, en 1928. Llegó a la Amazonia brasileña en 1968, a São Félix do Araguaia, un municipio del Mato Grosso. 

Al llegar, se encontró una región abandonada. 150.000 kilómetros cuadrados de selvas y ríos habitados por indígenas, campesinos pobres y peones. 

Su lucha por estos pueblos y por su derecho a la tierra le valió amenazas desde muy pronto, de parte de los latifundistas y también de parte del propio gobierno. Por eso, nunca volvió a España. Temía dejar a su pueblo y que las autoridades brasileñas no le dejasen regresar.

De hecho, en los años 70, cuando ya era obispo, el gobierno intentó expulsarlo del país varias veces. El Papa Pablo VI salió en su defensa en aquellos procesos y lo impidió. “Quien toca a Pedro, toca a Pablo”, llegó a decir el Pontífice.

Casaldáliga no claudicó jamás en su denuncia profética desde las enseñanzas del Evangelio.

P. RONALDO MAZULA
Misionero claretiano
“Pedro ha entregado su vida desde un amor muy grande por el Padre, por la Santísima Trinidad, por la Virgen María y con una dedicación especial a todo el pueblo de Dios”.

Fue contestatario y revolucionario. Por algunas de sus opiniones y formas pastorales fue llamado por el Vaticano en 1988. Superadas estas incomprensiones, Casaldáliga se reafirmó en su fidelidad al Pontificado. 

En 1984 se le diagnosticó Parkinson, “el hermano Parkinson”, decía. En 2005 se retiró definitivamente y pasó a ser obispo emérito. Por su labor humanitaria y pastoral ha recibido decenas de premios. También es muy reconocida su faceta como poeta y escritor, con más de 50 obras en su haber.

El obispo claretiano fue velado en Batatais, rodeado por todos esos nombres que según confesaba llevaba en el corazón. Reposará para siempre a orillas del río Araguaia que baña la región por la que entregó su vida.

AC

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