El miércoles 6 de enero, la capital de EE.UU. fue testigo de un caos y violencia sin precedentes. Un enorme grupo de manifestantes pro-Trump se infiltró en el Capitolio como protesta por el resultado de las elecciones de 2020.
El grave incidente ocurrió durante la sesión para declarar formalmente la victoria del Presidente electo Joe Biden.
Un grupo de partidarios de Trump rompió las barreras entró en la sede del gobierno de EE.UU. y se enfrentó a la policía. En los altercados falleció al menos una mujer.
Horas más tarde, los líderes católicos del país condenaron la violencia y llamaron a la paz.
En un comunicado, el arzobispo de Washington Wilton Gregory dijo que los estadounidenses deberían sentirse “desafiados cuando el legado de libertad consagrado en ese edificio es profanado y no respetado”.
Otros obispos de Estados Unidos escribieron en redes sociales mensajes de repulsa a lo ocurrido.
El cardenal de Chicago Blase Cupich dijo que lo sucedido “debería impactar la conciencia de cualquier americano patriótico y de cualquier católico fiel”.
El presidente de la conferencia episcopal, José Gómez, arzobispo de Los Ángeles, declaró que “la transición pacífica del poder es uno de los sellos que caracterizan a esta gran nación. Me uno a las personas de buena voluntad para condenar la violencia de hoy en el Capitolio”.
Una vez que se restableció la calma, Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, recordó que era la fiesta de la Epifanía. Escribió: “Creo mucho en la oración. Recemos para que haya paz en la tierra, empezando por nosotros”.
Christian Campos
Javier Martínez-Brocal