Esta procesión, en la oscuridad de la Basílica de San Pedro, marcó el inicio de la misa en la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, que coincide con la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
Durante su homilía, el Papa Francisco se centró en la figura de Simeón, que esperó toda su vida para conocer a Jesús. Comentó que la paciencia de Simeón es un reflejo de la paciencia de Dios.
FRANCISCO
“Con paciencia, conservó la promesa, sin dejarse consumir por la amargura del tiempo pasado o por esa resignada melancolía que surge cuando se llega al ocaso de la vida”.
El Papa también aclaró que la paciencia no consiste sólo en tolerar las dificultades o mostrar una sombría determinación ante las dificultades.
FRANCISCO
“La paciencia no es un signo de debilidad: es la fortaleza de espíritu que nos hace capaces de 'llevar el peso' de los problemas personales y comunitarios, nos hace acoger la diversidad de los demás, nos hace perseverar en el bien incluso cuando todo parece inútil”.
Pidió a los hombres y mujeres consagrados que eviten caer en la tristeza interior y en la impaciencia. Dijo que pueden llevar a la desesperación.
FRANCISCO
“La tristeza interior en nosotros, hombres y mujeres consagrados, es un gusano, un gusano que nos carcome por dentro. Huid de la tristeza interior”.
Para concluir, el Papa recordó a los religiosos y religiosas que deben evitar los chismes y no perder el sentido del humor.
CT
Traducción: Daniel Díaz Vizzi