El Papa se trasladó a la Rybné námestie, una plaza en el centro de Bratislava, en la que se reunió con la comunidad judía.
Es un lugar simbólico pues allí estuvo la gran sinagoga hasta 1965. La destruyó el régimen comunista para construir un puente.
Hoy este lugar acoge un memorial del Holocausto, que recuerda a los 105.000 judíos asesinados en Eslovaquia en tiempos de la II Guerra Mundial.
En nombre de todos, dio la bienvenida al Papa el Presidente de la Unión Central de Comunidades Judías de Eslovaquia, quien contó su experiencia personal en relaciones judeo-cristianas.
RICHARD DUDA
Unión Central de Comunidades Judías de Eslovaquia
“En Eslovaquia decimos que el amor mueve montañas. Con mi querida esposa, somos una pareja judeo-cristiana inseparable desde hace más de tres décadas. Nuestra relación es un pequeño mundo gobernado por la estima, el respeto y la comprensión mutuos. Estoy convencido de que las relaciones familiares armoniosas son capaces de garantizar la estabilidad de las sociedades de todo el mundo”.
El Papa también escuchó los testimonios de un superviviente del Holocausto y de una religiosa cuya comunidad acogió a judíos durante la persecución.
Luego, Francisco condenó el uso del nombre de Dios para atacar o oprimir a otros.
FRANCISCO
Aquí, ante la historia del pueblo judío, marcada por este agravio trágico e indescriptible, nos avergonzamos de admitirlo: ¡cuántas veces el nombre inefable del Altísimo ha sido usado para terribles actos de inhumanidad! Cuántos opresores han declarado: “Dios está con nosotros”, pero eran ellos quienes no estaban con Dios.
A continuación, el Papa pidió a las personas de todos los credos que rechacen el antisemitismo en todas sus formas.
FRANCISCO
'Estamos unidos -lo repito- en la condena de toda violencia, de toda forma de antisemitismo, y en el esfuerzo para que la imagen de Dios en la persona humana no sea profanada'.
En recuerdo de los más de 100 mil judíos eslovacos asesinados en el Holocausto, un rabino rezó la oración judía que suele cantarse en los funerales.
El Papa regaló al presidente un plato de cerámica con la imagen de San Pedro, y le entregó un rosario para su esposa.
Pero también quiso saludar a otros supervivientes del Holocausto antes de regresar a la Nunciatura en Bratislava.
JMB
