Este año, por primera vez desde la pandemia, el Papa Francisco celebró el Via Crucis del Viernes Santo en el Coliseo de Roma.
Varias familias ligadas a asociaciones católicas de asistencia condujeron las meditaciones. Aunque el momento más esperado fue la decimotercera estación, correspondiente a la muerte de Cristo en la cruz, donde dos enfermeras de Rusia y Ucrania llevaron la cruz.
Su posible presencia había generado mucha polémica y diferentes autoridades de sus países se manifestaron en contra, pero ellas insistieron en hacer este gesto por la paz.
De forma inesperada, los organizadores del Via Crucis pidieron un momento de silencio orante por la paz. Es un gesto sencillo pero que no se había hecho en años anteriores por una necesidad concreta.
Al final del Via Crucis, el Papa hizo una oración pidiendo por la paz, el perdón y el fin de las armas.
FRANCISCO
Tómanos de la mano, como un Padre, para que no nos alejemos de Ti. Convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón, para que aprendamos a seguir planes de paz. Haz que los adversarios se den la mano, para que saboreen el perdón mutuo. Desarma la mano levantada por un hermano contra el otro para que, donde haya odio, florezca la concordia.
Fue una ceremonia que llevaba dos años sin celebrarse en el Coliseo y que dejó mostrar que la vieja normalidad vuelve poco a poco junto a las costumbres del Vaticano.
RM
