Durante la catequesis pública semanal el Papa reflexionó sobre la figura de Job, que sufrió “numerosas desgracias y humillaciones” ante las que pidió a Dios una explicación.
El Papa explicó por qué a raíz de ese clamor incesante surgió su conversión y su profesión de fe, ya que Dios le dio a conocer su verdadero rostro.
Queridos hermanos y hermanas:
La catequesis de hoy sobre la ancianidad nos presenta la figura de Job, que gritaba de dolor y le pedía a Dios una respuesta que diera sentido a las numerosas desgracias y humillaciones que padecía en su vida. De ese clamor incesante surgió su conversión y su profesión de fe, ya que Dios le dio a conocer su verdadero rostro. Job, por tanto, obtuvo una respuesta, y fue bendecido con una larga ancianidad, porque se dejó transformar por el misterio de la ternura de Dios, que muchas veces se esconde en el silencio.
La historia de Job ejemplifica la vida de tantas personas, familias y pueblos marcados por el sufrimiento. Su dolor nos interpela, y nos admira la firmeza de su fe y de su amor. Así también los ancianos —que ya han atravesado muchas pruebas a lo largo de su vida—, cuando saben convertir el dolor por las pérdidas en espera confiada de las promesas de Dios, son un testimonio y un tesoro insustituible para que la comunidad pueda aprender a afrontar las dificultades y el exceso de mal.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Los invito a releer el libro de Job, y a dejarnos interpelar por su testimonio. Aunque tuvo que atravesar numerosas pruebas y sufrimientos, Job nunca dejó de elevar su oración al Padre. Unámonos también nosotros a esa súplica, y pidamos al Señor que aumente y fortalezca nuestra fe. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
JRB