La última parada del viaje de Francisco a Kazajistán fue, de nuevo, en el Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales.
Allí, la declaración final fue leída por una obispa anglicana Jo Bailey Wells. El texto no solo se limita a aspectos religiosos sino que también condena con dureza las dinámicas que en la actualidad están provocando guerras. No citaron expresamente la de Ucrania, aunque la alusión a ese conflicto era claro.
Hacemos un llamamiento a los líderes mundiales para que abandonen toda la retórica agresiva y destructiva que conduce a la desestabilización del mundo, y para que cesen los conflictos y el derramamiento de sangre en todos los rincones de nuestro mundo.
La declaración, de nuevo, condena el uso de la religión para justificar la violencia y en el punto 13 del documento reconoce la importancia del documento sobre la fraternidad humana que firmaron el Papa y el Imán de Al-Azhar en 2019.
Francisco, era el invitado de honor, y dijo que tras el 11 de septiembre era importante que los líderes religiosos reaccionaran con energía, porque la religión corría el riesgo de convertirse en un elemento intrínsecamente conflictivo.
Al mismo tiempo lamentó que la religión no se pudiera vivir con libertad en todo el mundo.
FRANCISCO
Cuántas personas, en cambio, todavía hoy son perseguidas y discriminadas por su fe. Hemos pedido con fuerza a los gobiernos y a las organizaciones internacionales competentes que asistan a los grupos religiosos y a las comunidades étnicas que han sufrido violaciones de sus derechos humanos y libertades fundamentales.
El Papa pidió que la libertad religiosa no sea un concepto abstracto sino un derecho concreto. Concluyó reflexionando sobre la importancia de profundizar hoy en la relación entre política y religión y así puso punto final a su viaje internacional número 38.
JRB
