El próximo 22 de octubre de 2022 caduca el “Acuerdo Provisional” entre China y la Santa Sede.
Todo apunta a que se va a renovar. Pero no sabemos si se renovará por dos años, que es lo más probable, o si se renovará de modo
indefinido.
El Papa explicó en el avión, de regreso de Kazajistán, que apuesta firmemente por el diálogo.
PAPA FRANCISCO
Y aquí en el Vaticano hay una comisión de diálogo que funciona bien. La preside el cardenal Parolin y él en este momento es el hombre que mejor conoce China y el diálogo con ella. Pero es algo que va lento, aunque siempre se avanza.
Más que calificar, yo intento apoyar el camino del diálogo. Dialogando se aclaran muchas cosas y no solo en la Iglesia, también en otros ámbitos.
Para entender por qué es importante este acuerdo, hay que recordar que la China de Mao expulsó el
4 de septiembre de 1951 al nuncio del Papa, Antonio Riberi. Primero, durante dos meses le impidieron salir de casa y comunicarse con el exterior. Centinelas en la puerta de su residencia en Nankín impedían entrar o salir de allí. Le acusaron de “espionaje e incitamiento a la revuelta y a la desobediencia contra el gobierno popular chino”.
Un mes antes, el prefecto apostólico de Pekín, más o menos el obispo de la capital, el italiano Tarcisio Martina, había sido condenado por el mismo motivo primero a muerte y luego a condena perpetua. Fue liberado tres años más tarde y expulsado del país.
Desde entonces, fueron expulsados todos los sacerdotes extranjeros de China, se impuso el ateísmo de estado, y el gobierno nombró nuevos obispos por su cuenta.
Por eso es tan importante el acuerdo que firmaron China y la Santa Sede en 2018. Sigue siendo provisional. Pero reconoce que el Vaticano tiene derecho a intervenir en el nombramiento de nuevos obispos.
Ojo: no es un concordato ni un acuerdo diplomático, sino un mecanismo para nombrar nuevos obispos. Nada más.
No se conocen los términos exactos del acuerdo, pero sí algunos elementos. Supuestamente, los candidatos son elegidos en asambleas locales y propuestos a la Santa Sede, que tiene la posibilidad de confirmarlos o rechazarlos.
Desde que se firmó en 2018, han sido nombrados seis nuevos obispos, otros seis han podido tomar posesión de sus diócesis, y se rumorea que el Vaticano rechazó a uno.
Los pesimistas dicen que es poco respecto a las 40 diócesis vacantes en el país, del total de 104, según como se cuente. Los optimistas dicen que, si no hubiera un acuerdo, la situación sería más difícil para los católicos.
El acuerdo es “provisional” también porque no resuelve todos los problemas. Por ejemplo, el gobierno decide la demarcación de las diócesis, no se reconoce a los monjes y monjas, prohíbe la relación de los obispos con otras conferencias episcopales, vigila a las iglesias y sigue siendo obligatorio tener más de 18 años para ir a misa.
Además, China no ha reconocido a los obispos que Roma nombró antes del acuerdo y que no han adherido al Partido Comunista. Pero así lo explicó el cardenal Parolin hace unos meses.
CARD. PIETRO PAROLIN
Secretario de Estado Vaticano
Hacemos una política de pequeños pasos. Pensamos que cualquier resultado, aunque no sea espectacular o aunque al principio parezca que no tiene gran repercusión, es un paso adelante, digamos, hacia la afirmación de una mayor libertad religiosa.
Una curiosidad. En agosto se reunió la Asamblea Nacional de Representantes Católicos Chinos, órgano ligado al Partido Comunista.
La agencia AsiaNews recogió el informe que presentaron con datos sobre la Iglesia en país. Por ejemplo, hay 4.202 iglesias y 2.238 centros religiosos.
Dice que existen 98 diócesis, que 66 tienen obispo, y que el resto resultan vacantes. En los últimos seis años se han ordenado 289 sacerdotes, han hecho la profesión 161 religiosas, y 110.000 personas se han bautizado.
Además, han apoyado iniciativas lanzadas por el Papa Francisco, como el “Año de la Familia” y el “Año de San José”. Por desgracia, se olvida de recordar el papel del Vaticano en el nombramiento de nuevos obispos.
@JMB
