En uno de los días más importantes para América Latina, se celebró en el Vaticano una misa en honor a la Virgen de Guadalupe, acompañada por las voces de este coro.
Desde que Francisco estuvo enfermo debido a una inflamación pulmonar, esta es la primera celebración litúrgica importante en la que ha estado presente. El papa no quiso faltar a esta tradicional cita en honor a la que se conoce como “la morenita”, una de las advocaciones marianas más veneradas, también por el pontífice.
Francisco pronunció una homilía más corta de lo habitual, que no llegó apenas a los tres minutos.
En ella, recordó el milagro de las rosas, cuando la Virgen le pidió a Juan Diego que recogiese unas flores que después quedarían impresas en su tilma.
FRANCISCO
Si se fijan en el mensaje de Guadalupe, las palabras de la Virgen: “¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?”, cobran un nuevo sentido. Ese “estar” de la Virgen. Ese estar es quedarse permanentemente impresa en esas pobres ropas, perfumadas por unas virtudes recogidas en un mundo que parece incapaz de producirlas.
Francisco también recalcó que el mensaje guadalupano no puede ser utilizado por las ideologías ni para fines lucrativos.
FRANCISCO
La imagen, la tilma, las rosas. Este es el mensaje. Así de sencillo, sin glosa, junto a la seguridad de que ella es mi madre, que está aquí. Y este mensaje nos defiende de tantas ideologías sociales y políticas con las que, con tanta frecuencia, se usa esta realidad guadalupana para fundamentarse, justificarse y ganar dinero. El mensaje guadalupano no tolera ideologías de ningún género. Solo la imagen, la tilma, las rosas.
La basílica de San Pedro estaba el 12 de diciembre llena de peregrinos latinoamericanos. La canción que puso el broche final a esta celebración fue “La Guadalupana”, que resonó así en todo el Vaticano.
CA
