Si hay una imagen que se ha convertido en viral durante esta Semana Santa, y con razón, es ésta del papa Francisco lavando los pies a varias mujeres, presas de una cárcel de Roma.
A primera vista puede parecer la escena habitual de un rito del Jueves Santo que se celebra en la Iglesia Católica desde hace cientos de años. Pero hay varios detalles, muy significativos, que refuerzan el mensaje de Francisco y aportan claves de su pontificado. Y sobre todo ayudan a entender el mensaje cristiano de perdón y redención a las personas más simples.
En primer lugar está la decisión de celebrar uno de los días más importantes de la liturgia cristiana en una cárcel. Es cierto que Juan Pablo II también conoció de cerca las cárceles, fue allí, entre otras ocasiones a visitar al criminal que intentó matarle, Ali Agca. En esa celda le ofreció su perdón en una escena que ha pasado a la historia.
En el caso del Papa Francisco, ha decidido lavar los pies en una cárcel femenina. Debido a sus problemas de rodilla, ha debido hacerlo desde una silla de ruedas, con ellas en una plataforma elevada. Francisco insiste a menudo en devolver la dignidad a los marginados y por ello les mira de abajo arriba. Ellas están arriba y él las sonríe desde abajo tras lavarles los pies.
Esta imagen es demoledora.
El mensaje que les está dando a estas mujeres, condenadas por delitos graves, es que son queridas y apreciadas por el obispo de Roma y por el representante de Cristo en la tierra. Es normal que todas ellas se derrumben y rompan a llorar. Sobre todo porque descubren que es posible otra vida, que es posible recomenzar, que aún hay quien les ofrece una segunda oportunidad en la vida.
Algunas personas critican al papa por dedicar más tiempo a las criminales que a sus víctimas. Igual que a Jesús le criticaron por hablar con prostitutas y pecadores.
También acusan a este papa de actuar así por populismo, al no entender la espiritualidad de su mensaje. Esto me lleva a preguntarles: ¿Recuerdan a algún político que elija la cárcel como lugar de propaganda? ¿Han visto a algún político buscar la foto con delincuentes? Todo lo contrario. Temen la asociación con los criminales. No es algo que aporte votos en el mundo de hoy.
Lo que sí está claro es que la humillación del papa en el último Jueves Santo ha transformado la vida de doce mujeres encarceladas, que no volverán a ser las mismas. No las libera de prisión, pero sí de su marginalidad y falta de esperanza. Y con ellas también manda un mensaje de caridad extrema a los miles de personas que se han dejado interpelar por estas imágenes, que animo a terminar de ver a continuación.
AO
