Es el cónclave de la historia con menos italianos, pero sigue siendo el país con más representación.
En 2013, eran 28 purpurados. Ahora, la cifra baja a 17, casi la mitad.
En la curia, hay ocho, incluyendo dos prefectos: el de las Causas de los Santos, Semeraro, y el de las Iglesias Orientales, Claudio Gugerotti.
Otros altos cargos italianos son el penitenciario mayor, uno de los pocos puestos del Vaticano que no cesa en la Sede Vacante o el gran maestre de la orden del Santo Sepulcro, Fernando Filoni,
Italia incorporó a cuatro nuevos cardenales en el último consistorio, con perfiles muy diversos. Desde un alto cargo del departamento que se ocupa de migrantes hasta el nuevo vicario de la Diócesis de Roma. También, a dos arzobispos diocesanos: el de Turín y el de Nápoles.
Pero son tres, sin embargo, los nombres de italianos que arrasan en las quinielas. El que tiene todas las papeletas, según los medios, es Pietro Parolin. Ha sido el número dos de la Santa Sede. Es diplomático, conoce la curia y tiene un perfil moderado y conciliador, pero sin mucha experiencia pastoral.
El otro italiano del que hablan las quinielas es Zuppi. Cercano y muy centrado en cuestiones sociales, como la migración, también tiene un perfil diplomático. Francisco lo nombró su enviado para la misión de paz en Ucrania.
Y, dentro de los 17 cardenales electores de Italia, no estaría Pizzaballa, el tercer gran favorito. Al ser el patriarca latino de Jerusalén, cuenta como asiático. De él, se destaca su papel clave para tender puentes con el mundo judío y musulmán. También, la buena gestión durante años del conflicto entre Israel y Palestina, que se intensificó con la guerra en Gaza.
También contaría como asiático Giorgo Marengo, uno de los cardenales más jóvenes. Es misionero y ejerce su ministerio en Mongolia, uno de los países que, por primera vez, tendrá un purpurado en la Sixtina.
CA