Cinco de las nueve personas que la Iglesia canonizará oficialmente este año fueron laicos. De hecho, la primera gran ceremonia de este curso tendrá como protagonistas a dos jóvenes estudiantes. Uno, ya muy conocido, Carlo Acutis, promotor on-line de la devoción eucarística. Junto a él estará un estudiante de Ingeniería de Minas de Turín, Pier Giorgio Frassati, que vivió a principios del siglo XX.
En el caso de Frassati también la Eucaristía jugó un papel determinante en su vida, con la costumbre de comulgar a diario. Esta devoción le llevó a mantener una actividad caritativa muy intensa, con los más necesitados de su ciudad. Además de dedicarse al estudio de Ingeniería en la Universidad, también encontraba tiempo para visitar a las personas más pobres y aportar ayuda concreta.
Su muerte, cuando le faltaban apenas dos asignaturas para terminar la carrera, estuvo ligada a su dedicación a los pobres. Y es que los médicos achacaron el contagio de la pulmonitis que le llevó a la tumba a esas visitas.
La imagen que se utilizó para la beatificación de Frassati lo presenta en la montaña, una de sus aficiones favoritas, pero sin la pipa. Un objeto que algunos consideraron poco apropiado para un santo, hasta el punto de eliminarlo de las imágenes en el día de la beatificación. Es un detalle pequeño, pero da idea del desafío que supone llevar a los altares a quienes no vivieron como religiosos.
Tanto Frassati como Acutis serán canonizados el día 7 de septiembre, en la Plaza de San Pedro. Un mes después llegará otra gran ceremonia, con otros tres laicos menos conocidos, pero más universales.
Y es que el 19 de octubre llega la hora de elevar a los altares a dos profesionales, el médico venezolano José Gregorio Hernández y el abogado italiano Bartolo Longo, así como a un catequista de Papúa Nueva Guinea, Pietro To Rot.
El más conocido de todos es José Gregorio Hernández, todo un personaje en Venezuela. Su postuladora, Silvia Correale, compartía su sorpresa por la gran devoción a este profesional.
SILVIA CORREALE
Postuladora ante la Santa Sede
“José Gregorio en Venezuela es parte de la idiosincrasia del país. Porque todos son devotos de José Gregorio. No hay un venezolano que no sepa quién es José Gregorio Hernández, porque la devoción se la enseñan ya en casa desde chico”.
Es algo que llama la atención. Porque lo normal es que los fieles, en cualquier país, tengan devoción a un santo religioso o sacerdote. Salvo algunos mártires, como Santo Tomás Moro, es una excepción encontrar un abogado y político en un altar de una Iglesia.
Bartolo Longo, quien será canonizado el mismo día que José Gregorio Hernández, es licenciado en Derecho y trabaja como administrador de una condesa en la zona de Pompei, cerca de Nápoles. Allí funda una confraternidad del Rosario, a finales del siglo XIX, y promueve la devoción a la Madonna de Pompei, así como la atención a las personas más necesitadas.
La canonización de este grupo de médicos, abogados y estudiantes supone un cambio importante en la Iglesia Católica. Es fruto del impulso de diversos movimientos y entidades religiosas, que han puesto el papel de los laicos en primer plano. Una realidad que consolida el Vaticano II. Pero que no es hasta el siglo XXI cuando hay una clara determinación de la Iglesia por mostrar como modelo para todos los fieles a los santos de la puerta de al lado, como los definió el Papa Francisco.
Desde Roma, para Rome Reports, Antonio Olivié