ANÁLISIS: Las claves del primer saludo del papa León XIV

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09/05/2025
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Era una incógnita el modo en que aparecería el nuevo papa en su primer saludo: ¿llevaría solo la sotana blanca? ¿Retomaría las vestimentas rojas pontificias? ¿Cuál sería el centro de su mensaje?

Bastó que dieran las 19:23 en Roma para disipar las dudas. León XIV se presentó así ante el mundo, usando los atuendos tradicionales: muceta roja, estola papal y cruz dorada.

Una imagen que recordó a los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, y que se diferencia de Francisco, quien salió solo de blanco pontificio y usó su cruz pectoral de siempre.

Su sonrisa fue tímida todo el tiempo y, en el plano corto, se pudo ver la emoción contenida. Se notaban los suspiros, los ojos vidriosos a punto de llorar e incluso dificultad para tragar.

Y de los gestos a las palabras. La primera impresión que dio el papa fue de un hombre sereno, quizá un poco introvertido, metódico y que piensa bien antes de hablar; una pista del talante que podría tener León XIV a la hora de tomar decisiones.

Prueba de ello es que llevaba su primer saludo preparado por escrito. Cada frase parecía estar medida y tener una dirección clara. Solo la primera podría ser un avance de una de las líneas de su pontificado.

Repitió ni más ni menos que diez veces la palabra "paz", y en distintos contextos. Pero hay que destacar este:

Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz que desarma, humilde y perseverante.

León XIV también habló al principio del papa Francisco. Recordó el momento en el que se le vio por última vez; el mismo en el que ahora se encontraba él.

Pero el mensaje de continuidad, aunque con un nuevo estilo distinto a Francisco, se pudo ver con estas frases. Habló de sin odalidad, paz y caridad, tres pilares de su predecesor.

A todos vosotros, hermanos y hermanas de Roma, de Italia, del mundo entero, queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que siempre busca estar cerca especialmente de los que sufren.

Más allá de hablar como el líder de la Iglesia, lo hizo como pastor. Y recordó a sus dos diócesis, la de Roma, de la que es ahora obispo; y la de Chiclayo, en Perú, país del que tiene la nacionalidad. De hecho, habló incluso en español.

Y si me permiten también, una palabra, un saludo a todos aquellos y en modo particular a mi querida diócesis de Chiclayo, en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo.

Estas son las primeras pinceladas de León XIV: el primer papa norteamericano y el primer agustino. Un pontífice que ha dejado clara en su primera aparición su lado misionero y la necesidad de construir puentes para la paz.

CA

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