El paso de los años no hace más que confirmar que el primer viaje del Papa no fue un acto esporádico sino el inicio de todo un programa de pontificado contra la 'cultura de la indiferencia'.
El 8 de julio de 2013 partió del Vaticano a las 7:20 de la mañana. En Lampedusa fue recibido por el arzobispo de Agrigento, Francesco Montenegro, a quien casi dos años más tarde Francisco nombró cardenal. También estaba la alcaldesa, que pasados los años nunca deja de agradecer la cercanía del pontífice argentino.
GIUSI NICOLINI
Alcaldesa de Lampedusa (Italia)
'Le sentimos muy cercano a nosotros. Desde que vino a Lampedusa siempre recuerda a los fallecidos o recuerda la ayuda que prestamos o tiene unas palabras para nosotros. Le sentimos muy, muy cercano'.
En Lampedusa se subió a un barco y homenajeó a los refugiados tragados por el mar. Luego escuchó a los que sobrevivieron a la arriesgada empresa de llegar a Europa.
Aunque lo más impactante fueron sus palabras en la homilía. Porque fue aquí donde comenzó su campaña para despertar las mentes anestesiadas de los países occidentales y ayudarlos a mirar la realidad sin filtros.
FRANCISCO
'Miramos al hermano medio muerto tirado en la calle y quizá pensamos 'pobrecillo', y seguimos por nuestro camino: no depende de nosotros... Y nos sentimos justificados'. '¿Quién ha llorado por estas personas que iban en barca?'.
A lo largo de estos años el Papa ha visitado los escenarios donde el sufrimiento se pueda tocar con las manos. República Centroafricana, Lesbos, hospitales y asilos, centros de drogodependientes...
Imágenes que demuestran que Francisco no parece cesar en su empeño de recordar a quienes pueden ayudar que existe un pecado: el de omisión.
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