El primer ministro búlgaro Boyko Borisov saludó al Papa al pie de la escalerilla en el aeropuerto de Sofía.
Luego, cuatro niños vestidos con trajes tradicionales le regalaron ramos de flores para darle la bienvenida.
Allí en el aeropuerto, en uno de los salones, el Papa mantuvo su primer encuentro oficial con el primer ministro y recibió una grata sorpresa.
“De nuevo, le doy mi saludo de bienvenida”.
“Muchas gracias”.
“Le agradezco mucho que haya mantenido su palabra de visitar Bulgaria”.
Después de la reunión, durante el intercambio de regalos el primer ministro le entregó unas rosas que evocan la oración de Bulgaria por la paz en el mundo.
Y luego, entregó su sopresa al Papa.
“Y esto es el yogur que su abuela le daba”.
“¿Conoce mi historia?”
“Me la contó usted”.
Se trata del yogur que la abuela de Francisco le preparaba cuando era pequeño. Al Papa le gustó la sorpresa y pidió a sus colaboradores que llevaran el postre a su residencia.
La ceremonia oficial de bienvenida fue algunos minutos después en el Palacio Presidencial, donde fue recibido con todos los honores militares.
Luego, el Papa se reunió con el presidente Rumen Radev en uno de los salones del palacio.
“Su visita a nuestro país y a Macedonia del Norte es la prueba de que en la lucha por construir un mundo más humano no existen países pequeños y pobres”.
Tras la reunión, el Papa y el presidente tuvieron sus discursos ante las demás autoridades del país y los embajadores.
RUMEN RADEV
Presidente de Bulgaria
“Su visita atestigua su afecto por el pueblo búlgaro y su confianza en Bulgaria para construir un mundo más pacífico, justo y humano. Bienvenido a Bulgaria, Su Santidad”.
El Papa recordó la variedad de la población de Bulgaria, pues el 76% son ortodoxos, el 10% musulmanes y sólo el 1% católicos.
FRANCISCO
“Aquí la diversidad, en el respeto de las específicas peculiaridades, es vista como una oportunidad, una riqueza, y no como un motivo de conflicto”.
El Papa les pidió que sigan el ejemplo de sus patronos Cirilo y Metodio, que buscaron modos de construir la paz y la amistad entre los pueblos.
Mencionó la situación de los emigrantes, quizá pensando en la barrera de 270 kilómetros que Bulgaria ha construido en la frontera con Turquía.
FRANCISCO
“Y a vosotros, que conocéis el drama de la emigración, me permito sugeriros que, siguiendo vuestra tradición, no cerréis los ojos, ni el corazón, ni la mano a quien llama a vuestra puerta”.
El discurso fue saludado con aplausos. Luego el presidente acompañó al Papa hasta el pequeño papamóvil búlgaro en el que el Papa abandonó el recinto.