Susan tenía 15 años cuando sufrió abusos por parte de un sacerdote, que la dejó embarazada. Hasta entonces colaboraba como voluntaria en la parroquia y tocaba el órgano en algunas ceremonias. La experiencia del abuso fue traumática y la alejó de la Iglesia durante varias décadas.
Cincuenta años después de ese crimen, la comprensión de un obispo le animó a replantearse todo, gracias a un encuentro personal.
SUSAN
Survivor
“Me preguntó: ¿Qué es lo que quieres que haga por ti? Y me dejó desconcertada. Me desarmó. Me dejó sorprendida porque hacía falta un gran valor por su parte, una confianza en que Dios estaba en la respuesta, sin saber que yo... cómo podía responder a esa pregunta. Hacía falta una gran fe y humildad por su parte para formular esa pregunta. Y esa es la pregunta que nosotros necesitamos y que se nos tenía que haber hecho. Pero a mí me la formuló personalmente y eso cambió todo para mí”.
Poner en primer lugar a las víctimas es algo esencial, que desde el Center for Child Protection de la Universidad Gregoriana de Roma insisten en recalcar.
ALESSANDRA CAMPO
CCP Roma
“A la hora de afrontar el problema, la primera cuestión es la víctima. ¿Cómo está? ¿Qué es lo que necesita? ¿Cómo la podemos ayudar? ¿Cómo podemos evitar que haya otras víctimas? Por tanto, antes que el interés por la institución, cómo debe cambiar la institución y qué debemos hacer, el primer cambio es de mentalidad. Se trata de dirigir la mirada hacia la víctima y, a partir de ahí, crear un contexto en el que se sienta libre de compartir y hablar del problema”.
“PRIMERO VÍCTIMAS Y DESPUÉS IGNORADOS O RECHAZADOS”
El dolor de muchas víctimas como Susan se ha visto multiplicado con actitudes de rechazo por parte de determinados sacerdotes o religiosos.
SUSAN
Survivor
“El hecho de que nosotros fueramos considerados una amenaza para la Iglesia, que nuestra curación espiritual fuera una amenaza para la Iglesia, fue más doloroso que el abuso inicial”.
EL DINERO AYUDA, PERO HACE FALTA ALGO MÁS
Susan afirma que el dinero permite afrontar parte del problema, pero no cura las heridas. Hay algo más importante.
SUSAN
Survivor
“Esto ayuda. Pero lo que faltaba era la respuesta pastoral, sabiendo que nosotros no queríamos regresar a la Iglesia, no deseábamos volver a la mesa del Señor, no queríamos ser parte de la comunidad católica. Y ese tipo de respuesta, ha estado ausente. Estábamos fuera. Como en mi caso, que conducía hasta el parking de la iglesia católica, y veía a la gente que entraba, pero sentía que allí no había sitio para mí”.
En la diócesis de Pittsburgh, en Estados Unidos, su responsable de Acompañamiento a las Víctimas, se enfrenta al mismo reto.
MIMIKA GARESCHE
Acompañamiento a las víctimas
“La Iglesia aquí, en Estados Unidos, ha cambiado. Ha ayudado a que la gente entendiera mejor de qué estamos hablando, está respondiendo a las acusaciones o denuncias que han llegado. ¿Quiere decir que es perfecta? Absolutamente no. Está madurando. Es mucho mejor de lo que era. Pero la Iglesia todavía necesita madurar. Y una de las áreas es la pastoral, es acompañar a esas personas y ayudarles a encontrar consuelo”.
Muchos supervivientes de abusos echan de menos este acompañamiento para recuperar la esperanza.
SUSAN
Survivor
“He vivido aislada y en secreto. Y a mi avanzada edad, es una pérdida terrible para mí. Pienso lo que me habría ayudado participar en un grupo así, si esos grupos hubieran estado disponibles hace años. No habría estado tan sola ni tan aislada”.
La sanación de Susan ha llegado casi 50 años después de sufrir el abuso. Tal vez su experiencia ayude a que otras víctimas recuperen la paz en menos tiempo.