Francisco hizo una breve pero intensa parada en este santuario para rezar ante la tumba del misionero francés Padre Laval. Es conocido como el “apóstol” de Mauricio porque fue quien evangelizó a los indígenas de la isla.
Francisco llegó en el papamóvil entre el entusiasmo de los peregrinos. En el santuario depositó un ramo de flores a los pies de la imagen de cera que hay sobre su tumba y rezó con mucho recogimiento durante unos minutos.
La tumba está a los pies de una cruz muy particular, una copia de la única cruz ante la que el religioso aceptó fotografiarse en vida. El santuario tiene capacidad para unas 250 personas, aunque dentro estaban presentes poco más de 60.
El Padre Laval era francés y fue la primera persona beatificada por Juan Pablo II. Vivió a lo largo del siglo XIX. Abandonó la Medicina para hacerse misionero. Llevó una vida austera y fundó escuelas y hospitales a causa de las continuas epidemias de cólera. Su santuario es uno de los más visitados por los católicos de Mauricio. Estos se desplazan hasta allá sobre todo en el aniversario de su fallecimiento, el 9 de septiembre, el mismo día que lo visitó Francisco.