El Papa aterrizó en la base aérea de Sakhir, en Baréin, a las 16:40 hora local. Saludó en silla de ruedas al rey Hamad bin Isa Al Khalifa. Bromearon entre ellos.
Francisco fue escoltado en coche al Palacio Real Sakhir entre los cantos de un grupo de militares.
También le escoltaron soldados a caballo. En el Palacio Real, el Papa habló a autoridades civiles. Elogió uno de los símbolos nacionales de Baréin, el árbol de la vida, que sobrevive en el desierto por sus profundas raíces capaces de encontrar depósitos de agua. Este agua de la vida, según Francisco, es el encuentro con los demás.
FRANCISCO
Esta es el agua que da vida a las raíces de Baréin, cuya mayor riqueza brilla en su diversidad étnica y cultural, en la convivencia pacífica y en la tradicional hospitalidad de sus gentes.
Francisco dijo que el árbol en el desierto también sirve de alimento a las criaturas a su alrededor. Y que esa es la vocación del hombre: sostener la vida. Lo que requiere oponerse a la guerra.
FRANCISCO
En la guerra emerge la peor cara del ser humano: el egoísmo, la violencia y la mentira. Sí, porque la guerra, cada guerra, representa también la muerte de la verdad. Rechacemos la lógica de las armas y cambiemos el rumbo. Dediquemos los ingentes gastos militares a inversiones para combatir el hambre y la falta de atención sanitaria y de educación.
Francisco nombró a Yemen, de quien dijo que sufre una guerra olvidada. También citó la Declaración del Reino del Baréin, que considera la fe “como una bendición para el ser humano”.
FRANCISCO
Vengo aquí como creyente, cristiano, hombre y peregrino por la paz. Porque hoy como nunca estamos llamados en todas partes a trabajar en serio por la paz.
Francisco fue despedido con una banda de música y varias niñas tirándole flores.
Rodrigo Moreno Quicios
