Con esta solemnidad comenzó el Papa la celebración de la Pasión del Señor. No pudo postrarse ante la cruz por sus problemas en la rodilla, pero permaneció sentado ante ella en su silla de ruedas. El año pasado permaneció de pie. Después oró en latín.
El cardenal Raniero Cantalamessa, como Predicador de la Casa Pontificia, pronunció la homilía de la Liturgia de la Palabra. Es una costumbre vaticana desde 1981. Quiso refutar al filósofo Friedrich Nietzsche, quien hace un siglo y medio disertaba sobre la muerte de Dios.
CARD. RANIERO CANTALAMESSA
Predicador Casa Pontificia
Me viene a la memoria una imagen que he visto a veces en directo y que espero que se hiciera realidad para el autor de esa afirmación. Un bebé, enfadado, intenta golpear con puños y uñas el rostro de su padre. Hasta que, agotadas las fuerzas, cede llorando entre los brazos de su padre, quien lo consuela y estrecha contra su pecho.
La liturgia continuó con la Adoración de la Cruz. Un diácono la llevó descubierta al altar. Por primera vez tras la pandemia, los participantes en la celebración pudieron besarla. En los años anteriores solamente lo hizo el Papa.
Después los participantes dieron la comunión, con hostias consagradas del día anterior. Finalmente Francisco salió de la basílica para seguir el Via Crucis desde su residencia en Casa Santa Marta. Por prudencia, los médicos le recomendaron no exponerse al frío de la noche.
RM
