El líder de la Iglesia greco-católica llora en la basílica de San Pedro al hablar de Ucrania

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11/09/2023
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El arzobispo mayor de la Iglesia greco-católica ucraniana, Sviatoslav Shevchuk, no pudo contener las lágrimas al hablar sobre Ucrania.

El ambiente era muy conmovedor, mucho. Sobre todo, cuando Shevchuck se echó a llorar y todo el mundo también comenzó a llorar porque nos recordó la guerra, a nuestra gente, a nuestros héroes que mueren cada día por nosotros, para que podamos vivir aquí.

Fue durante la Divina Liturgia que tuvo lugar en el Vaticano. Allí, se reunieron cientos de peregrinos ucranianos de todas partes de Europa para rezar por el fin de la guerra.
También conmemoraron el 400 aniversario del martirio de San Josafat, patrón de Ucrania, cuyos restos reposan en la basílica de San Pedro.

Un momento difícil para muchos de los ucranianos que asistieron a esta celebración porque, aunque viven en Italia y otros países europeos, sus familias continúan en el epicentro de la guerra.

Lo pasamos muy mal porque mi madre y mi abuela estaban en Mariúpol. Durante dos meses ni siquiera supimos si estaban vivas o no. Luego las encontramos y las sacamos de la ciudad. Estuvieron dos meses en el sótano de su edificio porque su apartamento fue alcanzado por un tanque. Sobrevivieron de milagro. Un minuto antes salieron, al momento, el proyectil de un tanque impactó en el apartamento

En la eucaristía, estaba presente el vicedecano del colegio cardenalicio y prefecto emérito del Dicasterio para las Iglesias Orientales, Leonardo Sandri, al que Shevchuk le dedicó estas palabras.


Y cuando estalló realmente la guerra, él lloraba conmigo, cuando le hablé de esta atrocidad del ejército ruso que había hecho esta masacre cerca de Kiev, a solo 20 kilómetros de mi casa.

Por su parte, el cardenal Sandri recordó aquel viaje a Ucrania con Juan Pablo II, en 2001, cuando era sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede.

Fue en calidad de tal como visité Ucrania por primera vez, junto a san Juan Pablo II, después de haber seguido los preparativos de aquel gran Viaje Apostólico que selló la caída del muro de Berlín y la readquisición de la soberanía y la libertad de vuestro país, llamado a desarrollar con madurez los valores de la libertad, de la justicia, de un auténtico ejercicio democrático que estuviera al servicio de todos y no de unos pocos oligarcas.

Una jornada de oración en la que los presentes pidieron por la paz, por el fin del conflicto y porque sus familiares puedan, de nuevo, vivir tranquilos en Ucrania.

CA

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