Muy pocos saben que la tradicional lluvia de estrellas de agosto lleva el nombre de un santo. Son las conocidas como “lágrimas de San Lorenzo” o Perséidas. Y la denominación tiene su porqué.
Al que fuera uno de los primeros mártires en la Iglesia lo quemaron en una parrilla. De ahí que el llanto arrojado durante su muerte se convirtiese simbólicamente y por coincidencia en un fenómeno astronómico.
Es un evento que nadie se quiere perder. Mucho menos los que se dedican a ello; incluso en el Vaticano tiene su propio observatorio astronómico, uno de los más antiguos del mundo.
ARCHIVO 2018
SABINO MAFFEO
Astrónomo
Fue inaugurada en 1891 por León XIII como sugerencia del padre Francesco Densa para mostrar al mundo que la iglesia no estaba en contra de la ciencia.
Y aunque parezca que la ciencia y la fe no pueden estar unidas, nada más lejos de la realidad. No solo están vinculadas, sino que se necesitan la una a la otra.
ARCHIVO 2018
PAUL MUELLER
Astrónomo
La ciencia no puede funcionar si no hay orden y algo ya existe.
Si no, miren a Pablo VI. El papa siguió en directo en 1969 desde el observatorio vaticano un hecho sin precedentes: la llegada del hombre a la luna.
Otros papas también lo hicieron. Por ejemplo, Juan XXIII, Benedicto XVI y el papa Francisco.
AM