Las compuertas de la estación de tren del Vaticano se abrieron para recibir una visita muy especial. Es el “Tren de los niños”.
Cada año trae a un grupo de pequeños viajeros hasta aquí para que pasen la mañana con el Papa.
Este año son de barrios delicados de Nápoles, Cerdeña y Génova.
Después de pasear por los jardines, comenzó su encuentro con Francisco.
Esta niña le hizo la primera pregunta.
“¿Cómo era usted en la escuela? ¿Cómo le iba la escuela?”
El Papa les confesó que de pequeño no le gustaba estudiar, pero que tuvo que aprender a hacerlo, y que estudiar le ha ayudado mucho.
FRANCISCO
“Entonces, hay una cosa importante que me enseñó una profesora muy buena: nunca, nunca odies a un compañero o compañera de la escuela. Nunca. ¿Es verdad que a veces hay alguno un poco antipático, un poco así? ¿Sí o no? ¿Hay alguien entre vosotros que sea antipático?
No… Sì…
FRANCISCO
“Sí, ¿verdad? ¿Y qué haces cuando hay alguien antipático? Os diré lo que hacéis: porque es lo mismo que hacía yo. Primero, vas y hablas mal de él con otro. ¿Vosotros hacéis esto?”
Sí.
FRANCISCO
¿Y esto se debe hacer, o no?
¡No!
FRANCISCO
No...
“Pero, padre, a mí me gusta hablar un poco mal de quien no me cae bien...”. ¿Esto es bueno o no?”
¡No!
FRANCISCO
“¿Y qué tengo que hacer cuando me vienen ganas de hablar mal de otros? Tengo una receta infalible, una receta para no hablar mal de los demás. ¿Queréis que os lo diga?”
¡Sì!
FRANCISCO
“Atención. Cuando queráis hablar mal de los demás, mordeos la lengua. ¡Fuerte, fuerte, fuerte! Y así la lengua se hincha y no podrás hablar. ¿Entendido? Nunca habléis mal de los demás”.
“¡Hay muchas cosas en las que se puede ir de acuerdo! ¿Para qué pelear? Las grandes guerras que hay ahora, guerras en las que las personas se matan, comienzan así, con un poco de odio en cosas pequeñas. Esto es algo que la maestra me enseñó”.
El Papa también les pidió que distingan quién inspira las cosas buenas en sus corazones y quién las malas. Es decir, a escuchar los consejos de Dios y no los del diablo.
Y también les pidió que no consideren el dinero como el fin de sus vidas.
Fue una mañana inolvidable para estos niños, con el Papa Francisco.