“Una enfermedad de la humanidad, un vicio asqueroso que confunde hacer el amor con ventilar los instintos torturando a una mujer indefensa” con esta dureza habla el Papa del drama de la prostitución.
Dice que es una herida a la conciencia colectiva de la humanidad y que una persona no puede ser puesta en venta.
Palabras que son parte del prólogo del libro “Mujeres Crucificadas” del sacerdore Aldo Buonaiuto. Francisco recuerda como se sintió cuando visitó a un grupo de mujeres exprostitutas, en el año de la Misericordia.
FRANCISCO
“Hoy os pido perdón a todas vosotras. Por todos los cristianos, por todos los católicos, que han abusado de ustedes. Y también pido perdón de mi parte, por no haber rezado lo suficiente por vosotras y por esta esclavitud”.
Dijo que jamás pensó encontrar mujeres “realmente crucificadas”. Y quiere que este libro ayude a comprender que sin detener una alta demanda de clientes, no será posible contrarrestar la explotación y la humillación.
Además, dice que liberar a estas pobres esclavas es un gesto de misericordia y un deber para todos los hombres.
Exclama que nadie debe desentenderse ni lavarse las manos de la sangre inocente que se vierte en las calles del mundo.
Estas fuertes palabras salen a la luz pública en la víspera del día mundial contra la trata de personas, 30 de julio.
Según la ONU, el 72 % de las víctimas de este delito de lesa humanidad son mujeres y niñas.