A partir del 18 de mayo los italianos pudieron volver a participar en misa y San Pedro no fue una excepción. Tras una cuidadosa desinfección los peregrinos pudieron entrar de nuevo en la basílica.
El 21 se abrió la plaza y el 31 el Papa volvió a salir a rezar el Regina Coeli desde la ventana del Palacio Apostólico. No lo hacía desde el 8 de marzo.
FRANCISCO
“Hoy que la plaza está abierta, podemos volver a vernos. ¡Qué alegría!”.
Horas antes había celebrado la misa de Pentecostés. Allí advirtió de que el Espíritu Santo no encuentra espacio en las almas los narcisistas.
FRANCISCO
“En esta pandemia, cuánto duele el narcisismo, el centrarse en las propias necesidades, indiferentes a las de los demás, el no admitir las propias fragilidades y errores”.
Italia estaba reiniciando la reapertura pero las heridas de la pandemia todavía estaban abiertas. Por eso el Papa convocó un rosario en los Jardines Vaticanos. Participaron personas que habían visto de cerca las consecuencias del coronavirus, desde pacientes, hasta familiares de víctimas o enfermeros.
En mayo hubo un gran evento que tuvo que ser suspendido: el centenario del nacimiento de San Juan Pablo II. En el Vaticano el Papa iba a celebrar una Misa multitudinaria pero las circunstancias obligaron a hacer un evento más restringido.
De nuevo, Francisco se vio obligado a celebrar misa ante un pequeño grupo de personas.
FRANCISCO
“(Juan Pablo II) no era un hombre separado de la gente; al contrario, iba a visitar a la gente, y recorrió el mundo entero, encontrando a su gente, buscando a su gente, haciéndose cercano a ellos”.
En la misa se escuchó el himno de las Jornadas Mundiales de la Juventud y la versión polaca de “La Barca”. Juan Pablo II decía que esa fue la melodía que sintió en su corazón cuando en la Capilla Sixtina fue elegido Papa.
Javier Romero