La tradicional procesión con velas abrió la misa en la Basílica de San Pedro. Estas simbolizan a Cristo como luz del mundo. De este modo comenzó la celebración de la Fiesta de la Presentación del Señor y la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
Esta jornada fue establecida por Juan Pablo II. Se trata de un día dedicado a reconocer y reflexionar sobre el papel de la vida de los religiosos en la Iglesia. Francisco comenzó agradeciendo a todos ellos el servicio que realizan a la sociedad y a la Iglesia en el mundo entero. Miles de religiosos, de hecho, estuvieron presentes en la celebración.
El papa alabó el estilo de los religiosos y dijo que son un ejemplo para el mundo. El tiempo que dedican a la oración contrasta con el ritmo frenético que hace que muchos cristianos descuiden su relación con Dios y se vuelvan impacientes y mundanos.
FRANCISCO
¿Somos todavía capaces de vivir la espera? ¿No estamos a veces demasiado atrapados en nosotros mismos, en las cosas y en los ritmos intensos de cada día, hasta el punto de olvidarnos de Dios que siempre viene?
Es necesario entonces recuperar la gracia perdida, es decir, profundizar, volver, mediante una intensa vida interior, y volver al espíritu de humildad gozosa y de gratitud silenciosa.
Francisco les pidió redescubrir la confianza en Dios y a no desesperarse ante la falta de frutos de su trabajo. Dijo que hoy es un tiempo adecuado para aprender el valor de ponerse en las manos de Dios cuando se ha hecho todo lo posible.
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TR: JRB